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viernes, 18 de octubre de 2013

En la Red: peligro de hundimiento


El riesgo de hundir al PSOE ( digital cuarto poder.es, 18 octubre)
En Almagro Post nos identificamos con estas opiniones.

El Partido Socialista de Portugal, después del rescate del país, perdió las elecciones y Sócrates, su candidato, dimitió; hoy, le saca en las encuestas diez puntos al partido de derechas que gobierna allí. Otro tanto ocurrió con los laboristas en Reino Unido, con la dimisión de Brown y la elección de Ed Miliband, que hoy aventaja también claramente a los conservadores de Cameron. En general, la socialdemocracia europea tiene serios problemas de adaptación, pero no está hundida, excepción griega aparte. Es en España donde, con una enorme pérdida de credibilidad del PP y un descrédito del presidente de Gobierno difícil de superar, sorprende la incapacidad del Partido Socialista para despegar en las encuestas y proyectarse como alternativa de gobierno. La singularidad es obvia: Rubalcaba, tras un desastre electoral histórico, no sólo no dimite, sino que, en un acto de prepotencia también histórico, pretende liderar la transición del Partido Socialista. Es decir, existe el riesgo de hundir al PSOE como opción de gobierno de centroizquierda en España.

Entre sectores de la izquierda española está extendida la idea de una posible alternativa de gobierno sin necesidad de una opción fuerte del componente que en Europa se conoce como socialdemócrata, laborista o socialista. Grave error, en mi opinión. Coincido con el histórico líder de “los Verdes” alemanes, Joschka Fischer, cuando, en un análisis sobre los resultados en las últimas elecciones alemanas, afirma que “las elecciones siempre se ganan en el centro” y explica los resultados, además de por evidentes méritos de Merkel, porque “SPD, Die Linke (La Izquierda) y “los Verdes” dejaron libre el centro y se canibalizaron mutuamente en la izquierda”. Cómo no pensar en la deriva del PSOE que dirige Rubalcaba, cuando pasa de ofrecer pactos a exigir dimisiones sin solución de continuidad, de amagar con un proyecto autónomo a seguir sin más la senda de Cayo Lara, sin capacidad para idear una alternativa con la que se identifique el bloque social de centroizquierda, mayoritario en España. Así, imposible liderar una opción viable de gobierno de la izquierda en España.

Y no es una cuestión menor. El grupo de la derecha dura que hoy gobierna en España está centrado en el desmantelamiento del Estado del Bienestar que en toda Europa fue, básicamente, el resultado del “consenso socialdemócrata” después de la guerra. Hay un asalto muy serio a la red hospitalaria pública que puede tener éxito en el medio plazo si no encuentra enfrente una fuerza política con crédito en las clases medias, a las que esa derecha intenta desgajar del consenso a favor de una sanidad pública sostenible. Y aún es más peligroso el ataque a la enseñanza pública, porque ahí cuentan con una falla que pueden agrandar, y lo están intentando, potenciando la red concertada a la vez que descapitalizan la pública. Y lo mismo ocurre con el ataque al sistema público de pensiones. En síntesis, una opción socialdemócrata fuerte en España es esencial para cohesionar una extensa clase media interesada en defender los grandes servicios públicos del Estado del Bienestar. Y, sin embargo, hay riesgo serio de hundimiento del PSOE. La inercia de 135 años de historia permite aún el milagro de mantener el voto de unos seguidores que expresan con claridad el rechazo a sus líderes, en una expresión única de lealtad a una marca y rechazo al producto. Pero no será suficiente para que el Partido Socialista siga cumpliendo el papel de aglutinante del decisivo centroizquierda en España, especialmente si su actual dirección se empeña en utilizar todos los recursos de la organización para bloquear los cambios imprescindibles para su renovación.

Muchos se preguntan qué está pasando en el Partido Socialista, cuál es el proyecto que representa hoy para el país, por qué ha perdido toda conexión, incluso con sus propios votantes. Si se lee con atención la entrevista a Ramón Jáuregui en El País del pasado lunes, se entenderá por qué el partido que lidera Rubalcaba da la impresión de navegar con el timón roto. “La dirección que tenemos es la mejor que podemos tener”, dice, sobre un liderazgo del que él forma parte y que tiene un récord difícil de igualar, con el rechazo de más del 90% de todos los electores y el 83% de los propios votantes socialistas. Y, para quienes pudieran tener dudas, quien pasa por ser el ideólogo del PSOE advierte que, si Rubalcaba no es elegido en unas primarias para candidato, quien salga “deberá convivir con él”; nosotros seguimos, viene a decir. Para confirmarlo, Jáuregui nos comunica que está elaborando un nuevo ideario “en tiempo de crisis múltiple”, y lo dice quien lleva haciendo “idearios” en los últimos 25 años, como él mismo confiesa, es decir, los proyectos ideológicos que han conducido al Partido Socialista a su etapa de mayor desconcierto

Y, para ilustrar el devenir desnortado del PSOE de Rubalcaba, ningún ejemplo mejor que la posición sobre Cataluña, que Jáuregui explica como un libro abierto, que diría un jugador de mus. Vuelve al disparate del Estado asimétrico con el que ya nos aturdió Maragall y que tanto ha contribuido al caos que hoy vive Cataluña. “Establecería una singularidad de ser y de estar de Cataluña que España tiene que aceptar”, dicho así, seguido, sin respirar. ¿Cómo se armaría esa asimetría del nuevo Estado? Cambiando la Constitución de acuerdo con el PP, por supuesto. Y, para convencer a la derecha española, tiene argumentos: “Es el mejor servicio que pueden prestar quienes reivindican España, asegurar que Cataluña sea española en un marco de singularidad”. Y ya puestos, le preguntan si apoyaría el PSOE un régimen financiero singular para Cataluña, a lo que responde que, en principio, no, pero, para liarlo un poco más, que “probablemente, la financiación sería una de las partes de la negociación de la singularidad”. El propio Jáuregui deja claro que estas cosas no son nuevas,  que él hizo en 1999 un documento para el PSOE que ya se titulaba “Hacia un modelo federal del Estado”, pero, dice, “hasta ahora la propuesta federalista era más teórica que otra cosa”. Pues, nada, que sigan haciendo documentos los mismos, con lo que, seguramente, el resultado será el ya conocido.

Como sucede con la Conferencia Política de noviembre, con el control al detalle de la selección de participantes, que refleja esa obsesión por que nada se les escape a quienes se muestran más preocupados por su continuidad en los puestos que por el futuro de la opción socialdemócrata y socialista en España. Así, los delegados han sido designados por las direcciones territoriales, y los representantes de movimientos sociales, invitados directamente por los dirigentes de Ferraz. Toda una apariencia de democracia para lo que se presenta como “el mayor debate que ha organizado nunca un partido político en España”, incluidos los “20.000 tuits directos”. En fin que no se ha hablado de otra cosa durante estos meses en España. Todo un esfuerzo para evitar lo que importa, democratizar un partido que se ha convertido en “puro aparato”. Hace casi un año escribí un artículo en el que pedía “primarias de urgencia”; sigo pensando que el Partido Socialista necesita urgentemente un medio de romper el bucle en el que está atrapado, un proceso de legitimación social al que pueden contribuir unas primarias similares a las de Francia e Italia, con cientos de miles de electores, pero el paso del tiempo, y la obsesión por controlarlas por parte del grupo de Rubalcaba, pueden convertirlas en inútiles. Y, en mi opinión, no es sólo un asunto importante para el futuro del Partido Socialista, porque si el PSOE se hunde, se hunde algo más que el PSOE.
(*) Jesús Cuadrado es militante y exdiputado del PSOE.

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