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lunes, 10 de junio de 2013

Joven Lope de Vega en Almagro

Lope de Vega por y para veinteañeros, este es el título de una crónica cultural de Miguel Angel Villena leída en el digital Infolibre del 10 de junio, tras el estreno en Madrid de La Noche Toledana.


Una noche toledana ha pasado a la historia como sinónimo de una noche sin dormir por molestias, sobresaltos, fiestas o disgustos. Basada la expresión en una leyenda del tiempo de la España musulmana, fue Lope de Vega quien popularizó la expresión al estrenar, en 1605, esta comedia de enredo ambientada en una posada toledana y que transcurre durante una tarde y una noche. No resulta extraño que la frase haya perdurado hasta hoy porque la obra de Lope reúne todos los ingredientes de un ritmo frenético, una agitación constante y un continuo engaño amoroso.

Estos mimbres de un auténtico vodevil del Siglo de Oro han servido a la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico (JCNTC) para representar con éxito La noche toledana, en Madrid, y para iniciar ahora una gira por los festivales de Alcalá, en el mes de junio, y por Almagro, en su cita habitual de julio.
 
 Teatro pensado para atraer a un público juvenil, para reconciliar a las generaciones jóvenes con las obras clásicas, Carlos Marchena, director del montaje, afirma que no tuvieron dudas a la hora de elegir esta pieza para que debutara la tercera promoción de la JCNTC. “Fue un buen descubrimiento”, señala Marchena, “porque los jóvenes necesitan que les cuenten cosas interesantes con los códigos de hoy. En esta línea, La noche toledana responde a una obra didáctica, aleccionadora y divertida, que había sido muy poco representada. Más allá del texto, el teatro debe contar historias bien contadas y montadas. Por ello, es fundamental aproximar los textos sin anacronismos”.

Desde su experiencia como profesor y como director de escena, Marchena dirige un montaje donde no existe una obsesión por modernizar la historia y que se limita a algo tan difícil como lograr el equilibrio entre lo clásico y lo contemporáneo. Están convencidos los responsables de la compañía de que los temas universales mantienen toda su vigencia y, con las salvedades necesarias, los veinteañeros de comienzos del siglo XXI pueden reconocerse fácilmente en los desvelos, trucos y juegos amorosos de una posada de Toledo de hace cuatro siglos descrita por Lope de Vega. Al fin y al cabo, las idas y venidas de un botellón en una plaza de hoy no difieren mucho del caos que desataba una joven del siglo XVI para recuperar a su novio. A juzgar por la energía, la alegría y el buen hacer que despliegan los 16 actores y actrices de La noche toledana cabría deducir que no les ha costado trabajo ponerse en la piel de sus antepasados, en igualdad de edades y de situaciones.

Tal vez sea Lope de Vega el autor que mejor se presta a un teatro fresco y ameno que no excluye reflexiones de fondo sobre las relaciones amorosas. Sin duda, la agitada vida sentimental de uno de los mejores dramaturgos de la historia del teatro supuso una fuente de inspiración para hablar del amor en serio y en broma. O para escribir versos tan conmovedores, en medio de los vaivenes de un enredo, como los que declama la protagonista de La noche toledana (¡celos, amor, matadme / pues di las llaves y ocasión tan grande / que Florencio y Gerarda se gozasen!) Esa vitalidad de Lope, en especial en su primera época, explica que la JCNTC haya elegido siempre piezas del llamado fénix de los ingenios para sus montajes. De este modo, la cantera del teatro clásico se ha formado, en los últimos seis años, con Las bizarrías de Belisa, La noche de San Juan, La moza de cántaro o Todo es enredos amor.

Después de varias semanas en cartel en Madrid, La noche toledana viajará este verano a Alcalá de Henares y Almagro donde la combinación de verano, fiestas y representaciones al aire libre servirá para mostrar que el teatro se refleja en la vida real y a la inversa. A pesar del nocivo 21% de IVA cultural, de la crisis económica y de los brutales recortes, la vitalidad del teatro se mantiene a trancas y barrancas. Buena prueba de ello es la subsistencia de multitud de festivales de teatro en verano, desde Almagro a Mérida pasando por el Grec de Barcelona, Cáceres u Olmedo. Al igual que en aquella España empobrecida del Siglo de Oro, los ciudadanos no renuncian a un arte servido en directo, cara a cara con el espectador, sin soportes digitales, en unas puestas en escena únicas e irrepetibles que, al mismo tiempo, son obras capaces de superar barreras de siglos.
 
Disfrutaremos de La Noche Toledana en ALMAGRO el próximo mes de julio.

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