Una cabina telefónica callejera, ya en desuso, es una especie de cadáver abandonado a su suerte. Un armatoste que, al no servir ya para nada, se había hecho invisible.
Pero un día, unos arquitectos de Palma de Mallorca pasaron por allí y la vieron. Descubrieron esa y muchas más que habían quedado abandonadas, rendidas al óxido que produce la brisa de la isla, sin ninguna utilidad.
El colectivo Arquitectives pensó que estaban a tiempo de recuperar esas cabinas antes de que murieran para siempre, y ya que estaban en la calle, podrían convertirse en un nuevo objeto que pudiera disfrutar todo el mundo.
A principios del pasado junio los miembros de este colectivo ajustaron tres tableros de madera en la cabina, colocaron unos libros encima y la convirtieron en una biblioteca. En el interior de esos ejemplares pegaron un adhesivo que decía:
No hay comentarios:
Publicar un comentario