"Paren el mundo, que me quiero bajar", gritó Mafalda y puede que ese grito lo repitan y lo hayan repetido cada día muchas personas desesperadas, desesperanzadas, resignadas o indignadas en esta época de crisis que ya dura bastante años en una Europa desgastada por los recortes.
La austeridad está claro que no tiene nada de épico ni de sacrificio por una buena causa, más bien tiene mucho de derrota de la ciudadanía europea que va perdiendo la confianza secular en que será capaz de dejar a sus hijos una sociedad mejor de la que le entregaron sus padres.
Mafalda cuando gritó esa frase vivía en un mundo con dos bloques, la guerra fría y el Tercer Mundo como polo de la pobreza. Ahora, los que gritan viven en un único mundo, con guerras teledirigidas y un submundo de pobreza cada vez más profundo y ancho en lo que se conocía como Primer Mundo.
Nada parecido, pero todo igual. Y el mundo nunca se para. Eso lo sabía Mafalda y lo sabemos todos.
(Fuente,. elporvenirdeclm)
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