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domingo, 20 de enero de 2013

Un poquito de ética

Este fin de semana hemos estado más bien confinados en casa ante la avalancha de lluvia intensa y viento despiadado. Con nuestros familiares y amigos hemos hablado de que hacía un "tiempo de perros", mientras veíamos en los diferentes canales de televisión escenas inquietantes de muros derruidos sobre vecinos con mala suerte, además de torres de publicidad bailando por los aires.

Quizás un tiempo melancólico ,para reflexionar con la mirada perdida frente a las ascuas retorcidas de la chimenea. En la tele, no dejan de recordarnos 22 millones de euros en  Suiza, mientras no acertamos a transformar en pesetas la barbaridad del acopio de avaricia y miseria. Serán ricos, pero han robado y son miserables. Presuntamente miserables. Hieren a la política, a la estética, a la ética y a cualquier razocinio de la gente corriente que sufre con las urgencias nocturnas cerradas, las pagas extra de navidad embargadas, los desahucios, los copagos, la subida generalizada de impuestos...y todo ello para justificar...para justificarnos ...que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. ¡Cínicos¡.

Son tan cínicos como esos vientos huracanados de este "tiempo de perros". Desbocados, sin temor a las conciencias, sin temor a la indignación colectiva que aún no ha explotado del todo. Y encima echan mierda a la política, desprestigian la democracia y a esos valores colectivos que tanto costó conquistar.

Dice Savater que esos valores democráticos, nuestros derechos como ciudadanos "hay que insistir en reivindicarlos al completo, en todas partes y para todos,no unos cuantos y sólo para unos cuantos, no podemos desentendernos de la ética".

Redunda en la idea  recientemente en un artículo Maruja Torres, expresando que a pesar de todas las dificultades " las personas que queremos actuar con ética no podemos darnos por vencidas, por la sencilla razón de que nuestra libertad para decidir, nuestra ética, es claramente vencedora".

La lluvia sigue aporreando los cristales de mi ventana pero no me inmuto, sigo con la vista perdida en la brasas de la chimenea, adivinado formas cívicas de comportamiento, ilusiones colectivas y políticas emergentes. La ética tiene razón. Pero no escampa, nos estamos empapando de indiferencia. ¡Eso quieren¡.


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