NORIA de Almagro, que en otro tiempo hacía circular el agua de sus cangilones por las acequias de las huertas, como si fuera sangre en vena para las hortalizas y berenjenas.
Un tiempo olvidado para los jóvenes y solo presente en la retina de su íntima memoria para los mayores.
¿No sería posible instalar una de ellas en una rotonda de Almagro y que funcionase con su propio ritual?.
Antonio Machado ya adivinó ese tiempo olvidado y escribió un hermoso poema a la NORIA:
La tarde caía
triste y polvorienta.
El agua cantaba
su copla plebeya
en los cangilones
de la noria lenta.
Soñaba la mula,
¡pobre mula vieja!,
al compás de la sombra
que en el agua suena.
La tarde caía
triste y polvorienta.
Yo no sé qué noble,
divino poeta,
unió a la amargura
de la eterna rueda
la dulce armonía
del agua que sueña,
y vendó tus ojos,
¡pobre mula vieja!...
Mas sé que fue un noble,
divino poeta,
corazón maduro
de sombra y de ciencia.
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