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martes, 10 de noviembre de 2015

Bastante débil la respuesta

Navegando por la Red

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Un gran incendio no se puede apagar con un cubo de agua. Y eso es lo que ha hecho Mariano Rajoy al anunciar desde Béjar -en lugar de estar en el puesto de mando del Gobierno- que ha solicitado el dictamen del Consejo de Estado para interponer un recurso de inconstitucionalidad ante el Tribunal Constitucional contra la moción aprobada en el Pleno del Parlamento catalán que declara el inicio de un proceso ilegal para la independencia de Cataluña y la desobediencia a las instituciones, las leyes del Estado -incluida la que regula el Estatut-, con desafío expreso de desacato al Tribunal Constitucional.
Se ha consumado pues el ‘golpe de Estado’, el Parlamento catalán ha quedado fuera de la legalidad y la respuesta que anuncia el presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy es, por el momento, un simple recurso al Tribunal Constitucional. Lo que nos parece una actitud débil y huidiza frente a la gravedad de la situación que sus ministros –como primeros medios de comunicación españoles y europeos- calificaron de ‘golpe de Estado constitucional’.
Porque si estamos ante un ‘golpe de Estado’ la respuesta no puede ser ni escalonada ni ‘proporcionada’ sino implacable. Máxime cuando los sediciosos han anunciado y votado que no acatarán la respuesta del Estado ni del Tribunal Constitucional.
Y todo ello a pesar de las advertencias hechas a los promotores de la sedición, como las que les fueron reiteradas en el debate previo a la votación en el Parlamento catalán por los portavoces de los grupos de Ciudadanos -con un brillante discurso de Inés Arrimadas-, PSC y PP. El ‘golpe de Estado constitucional’ se ha consumado. Y con ese ‘golpe’ el Parlamento catalán se ha deslegitimado y puesto fuera de la legalidad de la que emana su propia existencia, como lo subrayó Pedro Sánchez el líder del PSOE y de la Oposición.
Y ¿qué es lo que hace el Gobierno de España que preside Rajoy? Pues seguir templando gaitas gallegas, como desde el inicio del proceso y cuando se planteó el ensayo general secesionista en la Consulta del 9N. Y huyendo de sus propias responsabilidades con el falso argumento de la respuesta ‘proporcionada y prudente’, para anunciar un sólo recurso al Tribunal Constitucional, del que ya se mofan los secesionistas en su propia resolución. Eludiendo el Gobierno, de esa manera, pronunciarse sobre los delitos de la secesión que ya están en curso y el hecho nada desdeñable de que el Parlamento catalán quedó fuera de la legalidad violando su propio Estatuto de Autonomía.
Motivos todos ellos por los que Rajoy debería de haber movilizado ya a la Fiscalía del Estado contra los golpistas y convocado el Senado para recibir el mandato que autoriza al Gobierno a aplicar el artículo 155 de la Constitución Española, frente a la auto deslegitimación de la Cámara catalana. Pero esperar de Rajoy semejante y obligada firmeza es inútil. Máxime cuando este desarbolado presidente pretende hacer las cosas de manera que le favorezcan electoralmente de cara a los comicios del 20 de diciembre y hasta en eso se puede equivocar.
Porque piensa Rajoy, al margen de la desobediencia anunciada de los golpistas, que conseguirá abrir un paréntesis entre la que será decisión del Tribunal Constitucional de suspender (por cinco meses y hasta que dicte sentencia) el inicio del proceso secesionista y las elecciones del 20-D. Y harían muy mal Pedro Sánchez y Albert Rivera si entran en el juego de la parsimonia y la larga escapada de Rajoy. La que será inútil porque los secesionistas no van a parar hasta el anunciado ‘choque de trenes’ para, como dicen los de la CUP, ‘armar el pollo’ o alcanzar una mayor confrontación con la que disfrazar su derrota y victimismo. Un choque con la ley al que el Estado no puede ni debe renunciar.
De ahí que la declaración y la iniciativa de Rajoy de recurrir al TC nos parece insuficiente e inoperativa como muy pronto se demostrará. El ‘golpe de Estado constitucional ‘–que debió de haberse impedido- y al que ahora estamos asistiendo es un incendio de graves proporciones que, como decíamos al principio, no se sofoca con un cubo de agua y de manera ‘proporcional’ como pretende el asustadizo Rajoy.
El golpe de ha de parar de manera implacable y decidida. Con el TC, la Fiscalía, el Código Penal y el Artículo 155 de la Constitución. Pero ese no parece ser el camino recto elegido por Mariano Rajoy, quien con el cubo en la mano avisa ¡agua va! Intentando zafarse de un ‘choque de trenes’ que no solo es inevitable sino que, de una vez por todas, debe de producirse con su natural y lógica intensidad. Y a petición de ese personaje enloquecido y marcado por la corrupción que se llama Artur Mas, quien juega a ser un mártir aunque su verdadero papel no es otro que el apayasado de ‘El maquinista de la general’.

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