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martes, 11 de febrero de 2014

Ausencias de cine...



Los detalles de la ausencia del ministro de Cultura, José Ignacio Wert, ayer en la gala de los Goya dejan bien claras sus intenciones. Wert no quiso soportar el chaparrón en la noche del cine y se largó. La coartada, una reunión pedida por él mismo el 29 de enero, o sea hace pocos días, con el responsable de Universidades del Reino Unido. Reunión breve, dicen algunas fuentes, en un despachito, a las diez de la mañana.

 En la política los gestos son tan importantes como los hechos. Mariano Rajoy se fue al fútbol después de cerrar el rescate financiero, una cacería del Rey en Botswana en plena crisis económica marcó el inició de los malos tiempos para la monarquía, y la presencia del ministro de Cultura en la única noche del cine español debería ser inexcusable, ninguna agenda debería condicionarle su asistencia.

ÀNGELS BARCELÓ
 
Ser representante de los ciudadanos lleva incluido el tragarse, a veces, algunos sapos de estos propios ciudadanos. Claro que en el caso del ministro Wert los sapos son frecuentes y provocados por una política cultural y educativa que pone en seria crisis a la educación pública y a la industria del cine. Porque el cine no son solo los actores y las actrices, directores, guionistas que ayer se sentaron en el patio de butacas en la gala, la industria del cine puede dar trabajo a mucha gente en un país donde el trabajo es un bien escaso.

 El desplante de Wert no fue solo a esos actores a los que el gobierno del PP no soporta, a los que señala como evasores fiscales o como responsables de la baja calidad del cine español, es un desplante a un país que necesita sacar puestos de trabajo de donde sea. Y es un incumplimiento grave de sus obligaciones, por el que su jefe, Mariano Rajoy, debería exigirle explicaciones.

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