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jueves, 22 de mayo de 2014

Navegando por la Red: Sotillos

LECCIONES DE UNA CAMPAÑA

Lecciones de una campaña.- Eduardo Sotillos, de su Blog El Faro.-22 mayo
           
La dinámica que genera una campaña electoral supera las previsiones de cualquier diseño previo, elaborado desde la frialdad de un gabinete de expertos en marketing. Quince días de exposición pública en los medios de comunicación, algunos debates, por descafeinados que resulten, el contacto directo con la calle que se traduce en espontáneos signos de protesta o apoyo, la intensidad de los aplausos o el silencio clamoroso ante determinados mensajes, todo ello permite ir remodelando el lenguaje de los líderes y detectar con claridad las prioridades en las demandas ciudadanas. Siempre, claro, que exista la suficiente sensibilidad para tomar el pulso de la calle.
 
La campaña que ahora termina, lastrada inicialmente por la indiferencia y el desapego a la llamada clase política, se ha ido calentando en la recta final por unas declaraciones del candidato del Partido Popular que han roto los esquemas de sus asesores, pero que han servido para dejar traslucir mucho más que una frase “desafortunada” de las muchas que se pronuncian demasiado frecuentemente. Mucho más trascendente que lo dicho por Arias Cañete han sido los silencios cómplices de sus compañeras de partido y los respaldos entusiásticos de sus palmeros mediáticos, ahora revueltos contra él, decepcionados, por sus frágiles e insinceras disculpas. Cañete ha desnudado el verdadero sentimiento de una España casposa que desagrada incluso a los conservadores europeos.

La campaña ha servido, además, a trancas y barrancas, para introducir la imagen de algunos dirigentes europeos capaces de demostrar la importancia real de la convocatoria del domingo y deshacer bastantes tópicos, asentados interesadamente por quienes practican una política cortoplacista y aldeana. Ni Tsipras es un antisistema, como quisieran algunos de sus seguidores españoles, ni Juncker es un facha, ni Schulz un vendido al capitalismo. El candidato de la socialdemocracia europea, un hombre al que se le entiende con facilidad en varias lenguas, ha expresado rotundamente algo que resultaba imprescindible escuchar: El próximo presidente de la Comisión Europea será uno de líderes que concurren a los comicios.

 Y, con sentido común, ha acotado las posibilidades a él mismo y al representante del PPE. Pura lógica. Pero ha dicho algo más, saliendo al paso de ciertos movimientos en claroscuro: La señora Merkel no podrá enfrentarse a la voluntad popular emanada de las urnas, salvo que esté dispuesta a poner en riesgo el concepto más profundo de la democracia. Y ha recordado los apoyos de primeros ministros a los tres principales candidatos. Schulz ha ofrecido un proyecto radicalmente socialdemócrata, realista, y creo que emocionalmente sentido, que toma como prioridad la creación de empleo juvenil, la lucha contra el fraude fiscal y la reactivación de las PYMES y el tejido industrial. Y el fin de los privilegios de la Banca. Lo que están pidiendo a gritos millones de españoles afectados por la crisis.

La campaña ha servido también, a nivel interno, para plantar cara de una vez, a una especie circulante, alimentada interesadamente a izquierda y derecha del Partido Socialista, según la cual la insidiosa consigna de la equiparación entre el PP y el PSOE se materializaría en un Gobierno de Coalición. La respuesta, pese a la predisposición de algunos a mirar como siempre al cielo y no darse por enterados de la realidad, la han dado los máximos dirigentes socialistas. No habrá esa coalición, porque sería dejar sin alternativa a la izquierda por mucho tiempo. Elena Valenciano ha hecho explícito lo que muchos habíamos ya apuntado por indicios: El Ibex ha puesto en marcha esa idea. Lo que no ha dicho, y lo entiendo, es que gentes que se reclaman de la izquierda más pura sean los que se hayan apresurado a explotarla a cambio de intentar arañar un puñado de votos.
Gracias a la campaña, a su propia dinámica, la dirección socialista ha reaccionado en el buen sentido. Nunca es demasiado tarde.

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