¡Tengamos gritos de exigencia¡

La aldea global nos permitió conocer en segundos las noticias de otras partes muy alejadas del mundo, de nuestro mundo. Contemplamos así sucesos en los que fallecen miles o cientos de personas, tsunamis, accidentes de aviones o de centrales nucleares. Comemos con la familia, preguntamos ¿qué tal hoy el colegio?...mientras miramos escenas de guerras, de personas que huyen aterradas, que intentan sobrevivir con hijos que apenas pueden caminar, con bebés en los brazos, con lágrimas de desesperación al encontrarse con alambradas que les impiden alcanzar una zona de paz donde poder asentarse al menos un día. Puede que tantas escenas aterradoras hayan convertido a nuestros gobiernos en seres insensibles, incapaces de mirar más allá de sus propios intereses: ¿nos está pasando a todos?

Tal vez a eso hemos llegado, a esa vergüenza entre seres de la misma especie, seres humanos que se han olvidado del más elemental derecho a la solidaridad aunque solo sea por si un día te ocurriese a ti. Ni por esas. El gobierno de la Europa unida, tan orgullosa, tan solidaria en otros tiempos, parece decir ahora: allá cada uno con sus problemas, con sus vidas, con sus inconsolables desvelos para seguir adelante con la familia, con los más indefensos buscando un hueco en el universo aunque solo sea para malvivir, aunque sea sufriendo hambre y frío. No es nuestro problema o, si lo es, lo solución más práctica parece ser quitarles de en medio y mirar para otro lado. Nosotros, a lo nuestro.

Tenemos que parar esas guerras que producen millones de parias. Esta Europa debe reaccionar y debemos ser los europeos los que elevemos nuestros gritos de solidaridad, de apoyo, de exigencia a nuestros gobiernos. Porque sin eso, el ser humano no vale absolutamente nada.

elObservadorDclm