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sábado, 21 de junio de 2014

Hora de construir

Editorial  leído en el digital  dclm.es, de ayer
 
En estos años de democracia los dos grandes partidos políticos de España, PSOE y PP, se han atacado con mayor o menor virulencia pero siempre sin pausa, desde el poder, desde la oposición, utilizando todos los medios de comunicación a su alcance. Ni ha existido apenas tregua para el diálogo ni para unir inteligencias y es en este sentido en el único que puede ser real el conocido "todos son iguales".

No hay que engañase porque esta forma de hacer política (enfrentamiento mutuo sin tregua, nunca el otro tiene razón) es similar a la del resto de los partidos en liza, llámense IU, UPyD o Podemos. Este ataque sin freno tiene un lado claramente positivo porque así se descubre gran parte de la corrupción y puede que, al final del túnel, se acabe definitivamente con ella.

El saldo es muy negativo a la hora de construir con acuerdo y diálogo, de sumar las inteligencias de los elegidos para mejorar la vida de los ciudadanos. Pero, en base a este diálogo, el apoyo a un gobierno no puede ser incondicional y mucho menos cuando sigue siendo corrupto y no suma sus propias inteligencias para favorecer a los ciudadanos, en este caso a los españoles de a pie. El diálogo debe sembrarse desde esta convicción: el gobierno para el pueblo, con el pueblo y sin ningún tipo de corrupción ni de ventaja desde el poder político.
 
Porque, al margen de esa guerra cruenta y permanente, que casi ha destruido a ambos bandos, existen muchas diferencias reales en la ideología, en lo que se legisla y en dónde cada partido pone su punto de mira a la hora de beneficiar, bien a un grupo concreto de poder o a la mayoría de los ciudadanos. El actual gobierno del PP prefiere apoyar a los grandes capitales porque ellos le ascendieron al poder y espera que así vuelva a suceder. Ahí están las donaciones en los papeles de Bárcenas y ahí está el verdadero programa del gobierno, muy distinto al que vendieron en la campaña electoral. La palabra clave del PP es, por ello, privatizaciones o favorecer a la empresa privada entregándoles la cabeza de lo público en bandeja de plata. Esta forma de actuar debe denunciarse y corregirse, igual que los desequilibrios entre territorios, los nacionalismos insolidarios y el abandono de una región como la nuestra por un gobierno que, pensamos, no la defiende como debiera o no defiende a sus ciudadanos porque tiene en otra parte el corazón y, sobre todo, la cartera. Parece que su objetivo es gobernar a toda costa para vender nuestra tierra, la herencia de nuestros padres y abuelos, a unas cuantas manos privadas. Ahí están los hospitales, las vergonzosas y abandonadas urgencias.

El PSOE ha creado y fomentado nuestra sanidad pública y nuestra educación pública, nuestros servicios sociales que defienden también otros partidos de izquierda o centro-izquierda.

El descrédito de los dos grandes partidos debe hacerles reflexionar sobre el apoyo a los ciudadanos (aunque sea porque el capital también deja de apoyar a un partido al que abandonan los votos), sobre el necesario diálogo y las treguas para unir fuerzas y construir todo lo que se ha destruido. Es decir, ponerse a trabajar para hacer posible y más fácil la vida de las familias españolas, desde el nuevo Rey al último Súbdito.
 
De ese camino del diálogo, absolutamente necesario para España, se aleja cada vez más nuestra presidenta Cospedal aprobando por ejemplo y en solitario la reforma de la Ley Electoral algo que ella misma y el presidente Rajoy aseguraron que nunca harían. Y menos sin diálogo ni consenso.

En definitiva: debe instaurarse en España una nueva ecología política con base en el diálogo, el apoyo incuestionable a los ciudadanos y el fin definitivo de la corrupción.


www.dclm.es

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