Tras unos cuantos encuentros con militantes en distintas ciudades, encuentros de carácter más bien exploratorio, Pedro Sánchez llegó a Madrid y en un abarrotado Bellas Artes plantó su bandera, presentó credenciales, emplazando a su PSOE frente al liberalismo y frente al Partido Popular. Y ante el gran altavoz mediático de la capital dejó, sobre todo, 3 mensajes; todos referidos a su programa: viraje a la izquierda, alianza de progreso que no cita a Podemos pero que se refiere a Podemos, y mirada plurinacional de España, relectura del artículo 2 de la Constitución para defender la unidad desde la aceptación de la plurinacionalidad.
Son ideas que tendremos tiempo de comentar con calma porque también quiso dejar un tercer mensaje, tal vez el primero: que no está muerto y que va a por todas. Porque últimamente las señales parecían ir minimizando sus posibilidades: la estrategia de la gestora parecía ir funcionando, lentamente apoyada por los sondeos, Vistalegre 2 había alejado a Podemos e impulsaba a las posturas más templadas y Susana Díaz, sin haber presentado aún su candidatura, ya se sabe que va sumando apoyos de forma muy visible - se dice que a día de hoy ya le salen las cuentas -. Sánchez se rezagaba, pues, día a día.
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