Editorial dclm de hoy
En esta nueva cultura del pacto o del arreglo en que nos ha situado el resultado de las elecciones generales, debemos ir entendiendo la dinámica de las negociaciones que imponen en primer lugar las cifras, las posibilidades matemáticas de formar gobierno; luego, las ideologías y los intereses, actuales y a medio plazo, de los diferentes partidos; en ocasiones también los intereses generales de los ciudadanos, de España, sin olvidar el interés particular de los líderes y sus equipos y, desde luego, del Ibex o de los pesos pesados de la economía que siempre actúan en la sombra pero con total contundencia. Parte de esos intereses se reflejan en los medios de comunicación que también los tienen y los hacen patentes en titulares y en estrategias.
Las cifras son las que son, parecen las más sinceras y obligan a un diálogo, a veces imposible por la existencia de vetos cerrados y otras más permeables al acuerdo. Es cuando aparecen los márgenes de entendimiento que oscilan entre la estrechez inicial al saldo final, pasando también, esperemos, por lo más razonable que parece lo más deseable. En esa fase, las llamadas líneas rojas se van desdibujando hasta confundirse con la niebla o con el olvido que puede ser temporal o no, como la negativa de Rajoy a intentar su investidura, dando a entender que se trata de una magnifica estrategia y no de arrellanarse de nuevo en su rincón del vago.
En este momento margen, algunos partidos como el Popular, después de clamar en el desierto por la gran coalición, se abren a la posibilidad de prescindir o mandar ya a la historia a su líder, Mariano Rajoy, y lanzar a otro candidato o candidata que podría ser la ministra de Fomento, Ana Pastor. Es el momento en que Cospedal dice: "No están en juego un sillón en Ferraz o en Moncloa, sino el futuro de muchas generaciones de españoles". Sin más comentarios.
De momento, el resto de los líderes parecen aguantar, incluido Pedro Sánchez en Ferraz, cuya fortaleza y resistencia contra propios y extraños puede afianzar el nacimiento de un nuevo político de relieve en nuestra historia. O no.
No hay que olvidar a personajes de nuestra vida política pasada, como Felipe González o José Bono, barones o baronesas a quienes algunos adulan para su retorno o su lanzamiento como presidentes de alternativo consenso. No sería la primera ni la última vez en la historia.
En cuanto al Ibex, influye y es influido, entra en la coctelera siempre mirando al futuro de sus propios intereses. Este tramo o ingrediente de las negociaciones suele ser el más opaco y, en ocasiones, el mas definitivo de todos.
elObservadorDclm
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