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sábado, 2 de enero de 2016

Vieja y nueva política

Parte del artículo de Juan Cruz en El País (Es lo mismo, nada más que diferente")

"La nueva política no ha atraído al debate político la frescura que presumía aquel representante de lo nuevo, ni mucho menos. Esa vieja leyenda que le dijo Andreotti a Areilza sobre la falta de finura en la política española se refería precisamente a eso, a que nada es tan nuevo ni nada ha cambiado de veras: el desprecio por lo que el otro ofrece es equivalente al de antaño; apurando las metáforas, este momento es incluso peor, porque antes no se disimulaba y ahora se disimula, hasta que las costuras amanecen.

Andreotti, que era un demonio, arbitró en su país muchas situaciones como la que ahora vive España; amañó lo que pudo, y se alió hasta con su mala sombra para seguir cobijándose. De Gaulle les decía a sus negociadores en Argelia (esto también lo contaba Areilza, por cierto) que pusieran verdes a los contrarios por el día pero que acordaran por la noche.

En España falta hondura intelectual, capacidad emocional de escuchar al otro como si en efecto lo estuvieran escuchando
La nueva política (es decir, el nuevo discurso de los nuevos políticos) incluye tantas babas (babas del diablo, que diría Cortázar) como las que ya tenían y tienen los políticos viejos. En España, por lo que se oye en lo que dicen los nuevos en torno a los viejos, y viceversa, no sólo falta finura política, sino hondura intelectual, capacidad emocional de escuchar al otro como si en efecto lo estuvieran escuchando.

La sensación que produce el debate actual es que las posiciones están tan tomadas de antemano que hablan tan solo por hablar, los nuevos y los viejos. De vez en cuando, además, se producen algunos ramalazos del peor surrealismo, cuando los de un lado (en este caso, los del Partido Socialista, pongamos nombres) se sitúan en la trinchera para ver cómo abaten al propio, cómo lo hacen morir, de modo que en esa renovación apresurada de seres humanos en la que se convierten, en definitiva, los llamados debates internos, caiga en seguida aquel que estorba aunque sea el candidato más reciente.

En este sentido, llama la atención que la argumentación sobre el futuro que esgrime el presente secretario general (a Rajoy ni agua, con Podemos sólo si dice no al referéndum catalán) sea la misma que la que esgrimen los oponentes de su misma acera y sin embargo pareciera que hay que derribarlo antes incluso de que empiece a cruzar dos palabras. No lo quieren y punto, para qué andarse con chiquitas.

En esa acera los hay que han dicho de todo, y luego se han callado un poco, y los hay que han callado como corderos, pero alguien tendrá que salir a decir que el rey (o la reina) está desnudo, o desnuda, porque lo que está pareciendo es que lo que no les gusta es la manera de cazar que tiene Sánchez y que muerto el perro (lo que quería la nueva política, y lo que quería Rajoy, por cierto) se acabó la rabia.

La metáfora no nació hoy; ese final conocido (recuerden el poema de Ángel González, sobre lo que hizo Pilatos al lavarse las manos “habiendo comido entrambos doce nécoras”) que están preparando en el PSOE con tanta alevosía es vieja política, pero a la nueva le va de maravillas, porque por caminos distintos, con lenguajes parecidos, con desdenes similares, dice lo mismo. Como le decía un taxista mexicano a Bryce Echenique cuando el peruano se extrañaba de que la cerveza Corona se anunciara como la cerveza de barril embotellada: “Es lo mismo, no más que diferente”. La nueva política, ese nuevo lenguaje, es, en efecto, “lo mismo, no más que diferente”. Ya lo verán, y si no, me desdigo, que maestros hay en esto de desdecirse".

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