Este puente he viajado a Rabat con la familia y a visitar también la familia. Ha sido toda una sorpresa agradable, descubrir primer mundo en otra cultura llena de tradiciones.
Una ciudad muy bien comunicada, amplía autovia desde el aeropuerto, la circunvalación ,las grandes avenidas de tres carriles sentido. Aunque el tráfico es caótico , principalmente con motos muy antiguas.
Me ha llamado la atención muchas cosas, las abejas revoloteando en mostradores de dulces y en el interior de pastelerías, los olores en el mercado central, el populismo de la Medina, los limpiabotas por la calle, la humedad al caer la tarde, la seguridad en cada rincón, la arquitectura islámica en cada espacio y la riqueza del mausoleo a sus reyes recientes.
Escuchar el rezo del Corán al anochecer desde los minaretes de las mezquitas, es otra de las sorpresas de una civilización tan cercana y tan desconocida.
Rabat, la tranquilidad, el exotismo y la sorpresa. Hay que volver a tomar un rico té dulce y con sabor a hierbabuena. Todo un gozo en un mundo distinto
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