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miércoles, 21 de septiembre de 2016

Estamos entre volcanes

FOTO: UNIOVI.ES

Investigadores del Departamento de Geografía de la Universidad de Oviedo han publicado la cartografía geomorfológica de nuestra comarca del  Campo de Calatrava,  una de las zonas volcánicas más peculiares de España. En el mapa elaborado, se han identificado 70 volcanes en una extensión de 532 kilómetros cuadrados.

El Campo de Calatrava, situado en el extremo meridional del Macizo Hercínico, ha sido objeto de actividad volcánica desde el Mioceno hasta el Holoceno y las sucesivas erupciones en esta zona han generado una gran variedad de formas y tipos de volcanes. La cartografía acaba de ser publicada en la revista Journal of Maps.

El mapa describe dos grandes tipologías de formas volcánicas. De un lado, las originadas a partir de erupciones magmáticas y, de otro, las causadas por violentas explosiones que se producen cuando el magma, durante su ascenso a la superficie, entra en contacto con el agua subterránea (hidromagmáticas).

En el mapa confeccionado, los investigadores han identificado y caracterizado 36 volcanes correspondientes al primer tipo y 34 cráteres del segundo tipo.


La cartografía geomorfológica es además el punto de partida para la elaboración de un mapa de riesgos ya que permite trazar la historia eruptiva de la región, lo que ayuda a conocer la evolución espacio-temporal de los aparatos volcánicos y a realizar una correcta prevención. De hecho, algunos autores consideran que parte de los volcanes calatravos siguen estando activos.

El profesor Poblete, autor también de la primera tesis doctoral sobre geomorfología volcánica del Campo de Calatrava en 1993, apunta además que el mapa que han realizado es un documento esencial para la correcta conservación del patrimonio natural, ya que puede ayudar a poner freno a la degradación paisajística sufrida desde 1911 como consecuencia de la minería a cielo abierto en los volcanes.

En concreto, entre 1911 y 2010, se han extraído del orden de 17 millones de toneladas de lavas basálticas y más de 15 millones de toneladas de piroclastos (puzolanas), lo que ha supuesto la destrucción irreversible de una treintena de edificios volcánicos.

Ante esta situación, la política medioambiental de Castilla-La Mancha ha intentado frenar las agresiones mediante la declaración de once monumentos naturales que protegen 23 volcanes y abarcan una extensión de 6.387 hectáreas.

Los investigadores subrayan que, pese a todo, estas medidas son "claramente insuficientes y erróneas" porque se ha primado la protección de edificios volcánicos de tipo maar o cráteres explosivos hidromagmáticos, de gran interés científico pero sin ningún tipo de amenaza, toda vez que sus depósitos no despiertan interés para la minería.

Han quedado desprotegidos, sin embargo, los principales conos volcánicos "muy apetecidos por los empresarios mineros" por albergar gran cantidad de basaltos y puzolanas, como es el caso de Yezosa ( en Almagro), Columba o Cerro Gordo.


El agravio se incrementa, según los autores de la cartografía, debido a que el Ministerio de Industria acaba de otorgar otras 33 concesiones, que afectan a una extensión de 5.377 hectáreas y ponen en peligro la integridad de 21 volcanes de gran interés geomorfológico como son la Estrella, Cabezo Galiana, Zurriaga, Cerro Pelado, Cabezo de los Pescadores, Cabezo de la Plata o Cabezo del Hierro.

Fuente.- dclm

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