En las zapatas originales, se hallan representados elementos decorativos que evolucionan –como arcos que enmarcan los motivos centrales de la zapata que van desde apuntados y de herradura hasta polilobulados-, elementos vegetales, heráldicos –como el león rampante, el castillo y la corona- y cúficos –grafías de procedencia árabe con fines decorativos y muy esquematizadas-.
Las techumbres o alfarjes de la galería superior del claustro están realizadas en su totalidad en madera, con reposiciones en las últimas intervenciones, estando cubiertas las piezas originales por pintura al temple realizadas a pincel y punzón, explicó la restauradora Raquel Racionero Núñez, que destacó el blasón, de las zapatas mejor conservadas, que representa el escudo del maestre Pedro Girón Pacheco, que gobernó la Orden entre 1445 y 1466 y pretendió el reino de Castilla, muriendo finalmente en extrañas circunstancias cuando iba a pedir la mano de la princesa Isabel de Castilla, posteriormente ‘Isabel la Católica’.
Desde la segunda mitad del siglo XIII, los maestres de la Orden de Calatrava habitaron este lugar, edificando y reedificando cada estancia de un inmueble que tuvo, posteriormente, diferentes usos, entre ellos, el de Casino y, finalmente, sede del Museo Nacional del Teatro, con diversos estilos, entre ellos, el gótico y renacentista.
Artesanos de la madera, que procedían de sectores sociales almagreños protegidos por la Orden de Calatrava como eran los mudéjares y judíos, realizaron in situ el montaje y la creación de los diversos tramos de alfarjes y demás elementos murales, además de encargarse de las policromías, en las que aparecen los emblemas que recogen de forma esquemática el origen nobiliario de las personas destacadas del inmueble.
En este sentido, se están llevando a cabo medidas de conservación curativa con tratamientos contra agentes degradadores como la humedad y la exposición directa al sol (daños producidos por los rayos infrarrojos y ultravioletas) y la lluvia sobre una madera que también ha sufrido amputaciones, fendas, hongos y en la que, de forma localizada, había presencia de organismos xilófagos. A todo ello, se suman las consecuencias de un incendio en el siglo XVIII en dependencias cercanas al patio que originó que se cubriera y enmascarase la policromía de hollín y material combustible.
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