Me dicen que existe una nueva profesión laboral para chicos y
mayores: la de”maestro Pokémon”. Parece que es algo más que la “fiebre de una
noche de verano”, es todo un juego virtual de psicología colectiva que cambia
conductas en adolescentes y en adultos.
Tienen que haber llegado a Almagro, suelen viajar de
incógnito con el movimiento lunar o con el polvo atmosférico de las tardes
tormentosas. El viento bambolea los árboles y los Pikachu y Dragonites a duras
penas pueden sostenerse en sus escondites.
La tecnología wifi hace posible que podamos cazarlos en la
Plaza Mayor y en el Corral de Comedias.
Los ninetales ,que son los más
abundantes, están tras las ventanas y celosías, en veletas y farolas, esperando
seguir viviendo su virtual libertad, en vez de ser capturados para entrenarlos
en la rivalidad y la picardía.
Parece ser que nuestro Ayuntamiento, al rescate de la
actualidad y por su ambición de innovación política, declarará a Almagro en el
próximo Pleno Municipal como “Centro de entrenamiento de Pokemon”. Habrá “quedadas
nacionales e internacionales” a nuestra ciudad, para cazar los ejemplares raros
de Dittos, Laprax y Snorlax. Tendremos un nuevo atractivo turístico más: el “entrenar Pokémon”,
la salvación a un Almagro muy olvidado, que casi está en el rincón de pensar.
Los maestros Pokémon, ya que existen, deben cambiar la
actitud de la historia y sacar a Almagro de ese rincón de “niños malos” al pódium
de “todo es posible”. La autoestima colectiva también puede trabajarse, no desde la
virtualidad de Pokémon, sino desde la política participativa y entusiasta.
Ángel López Jiménez
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