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domingo, 15 de enero de 2017

A Nicolás Del Hierro, que ayer ocupó su lugar entre las estrellas.

HOY ESTOY TRISTE Hoy estoy triste. No me lo sé explicar, pero estoy triste. Quizá la culpa... Qué sé yo... ...Esta mañana de nubes bajas; quizá esta mesa no demasiado grande para que coma el mundo; quizá estos hombres que hacen el hormigón para mi calle; no sé si, acaso, aquel muchacho que juega con la arena, o la mujer que viene de la compra... ...No sé, sinceramente. Es todo tan sencillo a simple vista... Aquí, sentado, casi pegado a mi ventana, y la vida en la calle, como un río... Y yo mirando, solo, con la pluma en la mano diciendo que estoy triste, como si a nadie le importara mi tristeza, como si no fuera la vida una serpiente... (Nicolás del Hierro) NICOLÁS DEL HIERRO Nacido (1934) en Piedrabuena (Ciudad Real), reside en Madrid desde sus 20 años. Tiene doce libros de versos publicados y tres antologías de los mismos, más dos plaquetas/homenaje. En prosa ha dado a la luz tres novelas y dos libros de cuentos, y, en colaboración un volumen: “Historia de Piedrabuena”. Ha impartido numerosas conferencias, “mesas redondas”, y lecturas de poemas; ha escrito diversos prólogos, siendo colaborador de varios periódicos y revistas. A la vez que figura en diversas Enciclopedias y en “¿Quién es quien en la poesía española?” Está en posesión de un centenar de premios, que van desde el primero por varios de sus libros y poemas en España, pasando por el CEPI de Nueva York, hasta llegar a los antiguos Juegos Florales; pero el que más considera es el reconocimiento de su pueblo natal, cuyo Ayuntamiento, en pleno del día 17 de abril de 1997, aprobó la creación de un premio anual de poesía con su nombre, para galardonar un libro de poemas, que ya ha superado la decimoquinta convocatoria. COLOR PLOMO Va un hombre solo por el campo: las nubes son de plomo, y son de plomo los olivos, Todo es de plomo ante sus ojos: el verde-negro de las aguas, el blanco-verde de los chopos; gigante muerto, la sierra tiene las jaras de plomo. (Dejó la ciudad dormida bajo la noche del lobo y partió sin saber dónde). Va por el campo un hombre solo, peregrino del tiempo de su tiempo, a cuestas la pereza de los otros. Se le durmió la brisa entre las manos y el sol le puso un beso entre los hombros. (Nicolás del Hierro)

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