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miércoles, 16 de septiembre de 2015

Cantos de sirena

Artículo del almagreño  Ángel Luís López Villaverde, publicado ayer en dclm.es
El PP, entre la "gata loca" y el "chiqui-chiqui"


Tras la victoria electoral del 20 de noviembre de 2011, el equipo de asesores de Mariano Rajoy, con Pedro Arriola a la cabeza, debió de considerar bueno explotar lo que en su día me atreví a denominar "síndrome de la gata loca". Se trata de una metáfora que, como ya comenté en un artículo hace tres años, respondía a la creencia de que sus más fieles votantes verían los brutales recortes y los sufrimientos como una prueba de amor, tal como lo hacía la protagonista de la clásica serie de dibujos animados de los años sesenta, inspirada, a su vez, en una tira cómica de la década de los veinte.

Recordemos cómo a cada desplante del ratón Ignacio (Ignatz Mouse), en forma de ladrillazo, Krazy Kat interpretaba que la amaba cada vez más. De manera análoga, a más "ladrillazos", entendidos como "reformas-necesarias-por-culpa-del-despilfarro-de-Zapatero", más se engrandecería la figura de "Ignacio-Mariano" Rajoy. Ya advertí entonces, mayo de 2012, que esta táctica tendría sus días contados.

En 2015, tras tocar suelo en las elecciones municipales y Arriola al borde de la jubilación, los dirigentes del PP han debido de variar el plan. Ya no es posible seguir vendiendo las reformas sino su fruto. Se trata de difundir (y su potente aparato mediático trabaja a todo gas) un mensaje en positivo ("España-está-en-la-senda-de-la-recuperación") y advertir contra un enemigo ("el-radicalismo-de-los-socialistas-porque-son-aliados-de-Podemos") que pone en peligro los avances conseguidos.

De poco sirven las advertencias sobre la fragilidad de la llamada "recuperación", pues cabalga a lomos de una economía internacional lastrada por el parón del crecimiento chino y, en el ámbito interno, de un avance del empleo precario, de contratos por horas y estacionales, mientras miles de jóvenes titulados emigran a la Europa del Norte. Se trata de "pan para hoy y hambre para mañana".

Los nuevos gurús del PP –las figuras emergentes son ahora el sociólogo y militar Narciso Michavila y el jefe de gabinete de Rajoy, Jorge Moragas— deben de estar convencidos de que sus potenciales votantes siguen siendo dóciles y adolecen de un nuevo síndrome, que podría bautizarse como "del chiqui-chiqui". Recordemos cómo, en el Festival de Eurovisión de 2008, representó a España un bufón (Rodolfo Chiquilicuatre), con una canción ("Baila el chiqui-chiqui") que parodiaba en su versión inicial –cambiada a última hora— al entonces presidente Zapatero y al aspirante Rajoy. Da igual que fuera una representación grotesca para el país. Lo importante era mejorar la puntuación obtenida habitualmente, incluso en años en que era seleccionado un tema capaz de ganar. Y el resultado fue mejor del esperado.

De manera análoga, los dirigentes del PP creen que van a ganar –eso sí, muy lejos de la mayoría absoluta de 2011, de ahí su insistencia en que gobierne la lista más votada, aunque sea en minoría— a pesar de presentar como candidato a un tipo de nula talla intelectual y carente de discurso propio. "Mariano chiqui-chiqui" confiesa estar dispuesto a dejar a España – creyendo conocer a sus votantes como José Luis Uribarri anticipaba y solía acertar en la asignación de votos de los diferentes países en Eurovisión— al nivel que él cree (y su cohorte de palmeros le refuerza) necesita.

No importa su incompetencia a la hora de articular una mínima y razonable estrategia frente al desafío soberanista catalán. Tampoco que no pase de ser en Europa un fiel vasallo de Merkel que, como no sabe idiomas, acepta sin rechistar lo que diga la "señora". O que en los debates parlamentarios lea bien los papeles pero no sepa qué decir sin ellos. Le sale barata una gestión de la crisis que ha disparado la deuda pública tanto como la desigualdad social. Y aparenta no ir con él el caso Bárcenas, pese a ser apodado el "sobresueldos". Nada de esto parece afectarle demasiado. Si la presencia del Chiquilicuatre era una manera de popularizar un festival que perdía audiencia en nuestras fronteras, las medidas populistas –pese a que sólo se denuncie populismo en los demás—del final de legislatura buscan recuperar antiguos votantes, devolviéndoles parte de lo usurpado anteriormente por su propio Gobierno.

Pese a su rácano bagaje político, las últimas encuestas hablan de un repunte en las intenciones de voto del PP (en torno al 28%), un avance notable, pero insuficiente, del PSOE (en torno al 25%) y un desplome de los antaño "emergentes", Podemos y Ciudadanos. La estrategia parece funcionarles. Me temo una indigestión ciudadana si se llega a producir una doble ración de "besugo" en La Moncloa.

Ángel Luis López Villaverde

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