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viernes, 28 de octubre de 2016

Leemos en Objetivo Digital

Por María Santisteban
El PSOE se ha convertido en una parodia de sí mismo. Por desgracia. El otrora partido de las libertades y la justicia social es víctima de la peor de las lacras, la mediocridad, el oportunismo, la necedad y la incapacidad de unos cuantos de vivir de otra cosa que no sea el opíparo sueldo que proporciona un sillón -en lo público y en lo orgánico- a personas que, en la empresa privada no duraría ni el intervalo entre inspirar y expirar. El aparato.

Zapatero dejó un PSOE herido de muerte por haber llevado a cabo políticas que se parecían en exceso a las que cualquier partido de derechas hubiera matado por hacer. Su excelente labor en materia de derechos civiles no fue suficiente para contrarrestar una destrucción brutal de empleo y una crisis que se empeñó en llamar “desaceleración” y que era más bien descalabro.
 
Lo malo de los expresidentes y ex secretarios generales que se van es que nunca se van con todo el equipo causante de los fracasos y las derrotas. A la vista está que cómodos sueldos en el Parlamento Europeo permiten a dos de esos políticos a los que no se les conoce otra cosa que haber libado del partido hasta la última gota de miel, abanderar una OPA hostil para derrocar a Pedro Sánchez, secretario general elegido por las bases.
 Pepe Blanco y Elena Valenciano han pasado a ser de honorables militantes con una trayectoria más o menos discutible a ser los brazos ejecutores de la OPA hostil impuesta por Susana Díaz que se ha convertido en una auténtica mercenaria de la política.
Lo que les desunió en el pasado es mucho menor que la imperiosa necesidad del futuro, que no es otra cosa que seguir manteniendo un sueldo de lo público hasta que sus cartillas bancarias revienten y sus huesos adquieran la forma de los sillones a los que hoy se aferran.

 El último Comité Federal que decidía la posición del Grupo Parlamentario Socialista nos devolvió a 2010. Pepe Blanco presidiendo el Comité y Elena Valenciano promoviendo una postura que favorece todo aquello contra lo que ella luchó en las elecciones europeas en las que encabezaba la lista del PSOE.
Todo ello dirigido magistralmente por una Susana Díaz que se ha erigido en ventrílocua en un teatro de marionetas y en el que su perfidia se ha extendido más allá de donde sus hoy adeptos son capaces de imaginar.
Probablemente se haya inmolado en la hoguera del ansia por ser quien dirija los designios del PSOE, de España y de la estratosfera, todo ello sin pasar por primarias, pero se ha llevado con ella a Valenciano y Blanco y, con ellos a Zapatero y Rubalcaba pasando por Madina.

Y, sin embargo, su estrategia no acaba ahí. Le sobran los socialistas catalanes y de ahí que, sin reunión de gestora ni nada que se le parezca, la amenaza sobre el PSC tenga un puño y letra ‘susanista’ sin espacio alguno para el decoro ni para el disimulo en la mínima cortesía. Como Montoro, “que caiga España, que ya la levantaremos” pero al más puro estilo Pablo Iglesias (el de Podemos) asaltando los cielos de Ferraz. La elección de Iceta como secretario general, ha destapado el malestar de quien apostó por Parlom como otro de esos jarrones chinos fáciles de poner aquí y acullá.

La “cosedora” de sensibilidades y voluntades del sur pareciera que teje con aguja de fuego e hilo de sal, dejando heridas abiertas que escuecen al paso de cada decisión de una gestora que puede ser que la acerque al poder pero que la separa hasta el infinito de una militancia que se ha unido para expresar con rosas en la mano para reclamar su papel relevante en la historia de una organización que tiene más de 137 años.
Una militancia que ha demostrado que no necesita “cuadros” para organizarse y ser protagonista activa de su futuro y que ha estampado masivamente su firma para la celebración de un Congreso Extraordinario que elija a la persona que lidere el PSOE -o lo que quede de él en los próximos días- de los próximos años en unos tiempos que se adivinan de larga travesía en el desierto.

Si hay certeza en las cifras provisionales proporcionadas acerca de la cantidad de firmas, se demuestra que esto no era tanto una cuestión de defensa acérrima a la figura de Pedro Sánchez como a exigir el respeto debido a la decisión tomada por la mayoría de militantes que optaron por él en unas primarias.
Cuando hay más firmas exigiendo a la comisión gestora que no se extralimite en sus funciones y que convoque de manera inmediata un nuevo proceso congresual que el número de avales presentado por Pedro Sánchez para las últimas primarias, cuando el nombre del ex Secretario General no es parte del argumento que jalonan las firmas, queda claro que la indignación no tenía nombre propio y que quien ha hecho de esto una guerra personal es Susana Díaz, incapaz de sentir que pierde el control y que ha puesto toda su maquinaria de comunicación en marcha a través de Eduardo Inda y su Okdiario como muestra más que fehaciente de que para ella el fin no justifica los medios. Ni siquiera los económicos una vez que conocemos que algunas de sus personas de más confianza llevan a cabo labores de acoso a la militancia desde los espacios en los que fueron contratados para gestionar la vida de la ciudadanía y por los que se les paga un oneroso pecunio máxime si tenemos en cuenta que su mayor actividad real es el hostigamiento mediático a los que discrepan de Susana Díaz.

Lo malo de no ser coherente y de no moverse por principios es que el ridículo se convierte en el menor de los problemas cuando hace un mes jurabas ser la alternativa a Rajoy a todo aquel que quisiera escucharte y treinta días más tarde elevas tu mano para ser quien indulte al Rajoy salpicado de corrupción por todos los poros de su organización.
Como si de vasos comunicantes se tratara, la pugna personalista de Susana Díaz y de aquellos que antaño tuvieron la responsabilidad, pero también el privilegio, de poder cambiar los designios de España conduciéndola a espacios de libertad y justicia social, contra Pedro Sánchez debilita al PSOE al mismo tiempo que fortalece al PP.
Y en el ambiente, la sensación de que “entre bomberos no nos pisamos la manguera” y “pelillos a la mar” con la corrupción.
Susana derramó lágrimas de contenida emoción por haber acabado con Sánchez en el fatídico Comité Federal del día 1 de octubre, pero Sánchez ha demostrado tener más vidas que los gatos y, de momento, parece que no las ha agotado todas. Veremos.

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