Ayer viernes, 20 de mayo, murió en Madrid, el deportista, periodista, reportero y aventurero, Miguel De la Cuadra-Salcedo, un profundo admirador de Latinoamérica. Precisamente, el mismo día pero 510 años antes, moría Cristóbal Colón. Quizás se han encontrado en la misma estrella, desde la que irán descubriendo la evolución de su amado territorio y sus gentes.
De la Cuadra Salcedo fue para muchos de nosotros, cuando éramos jóvenes, todo un personaje libre y rebelde para su tiempo. En nuestra juventud nos descubrió la guerra del Congo y, sobre todo, la guerra de Vietnan.
Con el tiempo, su espíritu aventurero, lo trasladó a la Ruta Quetzal, de intercambio de jóvenes hispanoamericanos, con un sublime intercambio de culturas que le valió el reconocimiento de la mismísima Unesco.
Nos deja en herencia su testimonio de hacer posible lo imposible, su espíritu indomable de ansias de libertad y adquisición de nuevos conocimientos y su respeto por las tradiciones y etnografía de las diferentes culturas; desde el respeto y la ambición de igualdad.
Ha emprendido su último viaje de Ruta Quetzal: hacia el infinito y hacia el homenaje permanente de todos los que valoramos una personalidad excepcional que, como el poeta, ha hecho camino al andar y nos ha dado ejemplo.
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