En estos días el Ayuntamiento Almagreño anuncia la compra con
financiación, por casi 250.000 euros, de una máquina barredora mecánica, para
limpieza de las calles y otros espacios públicos de Almagro. Ya había otras tres barredoras, alguna con muchos años a cuesta, quizás se trate de una sustitución.
Sigue gestionando bien lo doméstico el actual equipo
gobernante en Almagro: las fuentes de los parques vuelven a brotar agua, la
Plaza luce bonita con su nueva mano de pintura, las nuevas flores plantadas
perfuman nuestros jardines, se dejan de pagar seguros por vehículos ya en la
chatarra y, ahora, se licita una barredora para dejar las calles “limpias como
una patena”, que diría mi abuela.
La modernidad nos ha traído la barredora, o la sustitución de
la vetusta barredora de más de diez años ; antaño los vecinos, y sobre todo las vecinas, comenzaban
sus faenas diarias “barriendo la calle”. Casi todos los días del año, se
afanaban en dejar acera y calzada de su trozo de fachada tan limpio como sus zaguanes y patios
interiores.
En el verano, con el fresco de la mañana, la habitual
limpieza de la calle se acompañaba con unas manotadas de agua salpicada desde
un cubo, para atemperar la polvisca resentida de las piedras y adoquines. A
veces, se aprovechaba la ocasión para comentar con las vecinas los
acontecimientos del pueblo el día anterior; aquello que en muchos lugares se
denominaba “radio patio” y que en Almagro seguramente era la consecuencia
lógica de la buena convivencia, de los usos compartidos y de las conversaciones
sin terminar de la noche anterior cuando se tomaba el aire de la fresca en las
puertas de las casas.
Otros tiempos, y las prisas, han desvanecido esa sana
costumbre del barrido de las calles por los vecinos, práctica que se va
descafeinando y minimizando, cuando era un hábito de buena solidaridad
colectiva y autoestima íntima de colaboración en un proyecto común.
Creemos que a la nueva barredora hay que sumarle el disponer de más de nuestras
tradicionales papeleras, al menos, en todas aquellas calles más turísticas;
incitar con algunos bandos a utilizar las papeleras para evitar que tenga que
intervenir la barredora; y motivar con otros bandos más sutiles, el buen hacer
de los vecinos/as de Almagro en ese oficio más currado de “barrer la calle”. De
lo contrario, no hará falta una barredora sino una cuadrilla de barredoras
haciendo ruido por nuestros espacios públicos.
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