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domingo, 22 de mayo de 2016

La barredora




En estos días el Ayuntamiento Almagreño anuncia la compra con financiación, por casi 250.000 euros, de una máquina barredora mecánica, para limpieza de las calles y otros espacios públicos de Almagro. Ya había otras tres barredoras, alguna con muchos años a cuesta, quizás se trate de una sustitución.

Sigue gestionando bien lo doméstico el actual equipo gobernante en Almagro: las fuentes de los parques vuelven a brotar agua, la Plaza luce bonita con su nueva mano de pintura, las nuevas flores plantadas perfuman nuestros jardines, se dejan de pagar seguros por vehículos ya en la chatarra y, ahora, se licita una barredora para dejar las calles “limpias como una patena”, que diría mi abuela.

La modernidad nos ha traído la barredora, o la sustitución de la vetusta barredora de más de diez años ; antaño los vecinos, y sobre todo las vecinas, comenzaban sus faenas diarias “barriendo la calle”. Casi todos los días del año, se afanaban en dejar acera y calzada de su trozo de fachada tan   limpio como sus zaguanes y patios interiores.

En el verano, con el fresco de la mañana, la habitual limpieza de la calle se acompañaba con unas manotadas de agua salpicada desde un cubo, para atemperar la polvisca resentida de las piedras y adoquines. A veces, se aprovechaba la ocasión para comentar con las vecinas los acontecimientos del pueblo el día anterior; aquello que en muchos lugares se denominaba “radio patio” y que en Almagro seguramente era la consecuencia lógica de la buena convivencia, de los usos compartidos y de las conversaciones sin terminar de la noche anterior cuando se tomaba el aire de la fresca en las puertas de las casas.

Otros tiempos, y las prisas, han desvanecido esa sana costumbre del barrido de las calles por los vecinos, práctica que se va descafeinando y minimizando, cuando era un hábito de buena solidaridad colectiva y autoestima íntima de colaboración en un proyecto común.

Creemos que a la nueva barredora hay que sumarle el disponer  de más  de nuestras tradicionales papeleras, al menos, en todas aquellas calles más turísticas; incitar con algunos bandos a utilizar las papeleras para evitar que tenga que intervenir la barredora; y motivar con otros bandos más sutiles, el buen hacer de los vecinos/as de Almagro en ese oficio más currado de “barrer la calle”. De lo contrario, no hará falta una barredora sino una cuadrilla de barredoras haciendo ruido por nuestros espacios públicos.

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