Visitas Almagro Post

viernes, 29 de mayo de 2020

Un silencio premeditado


5
Al deshacer las maletas y la mochila, me topé inesperadamente con aquel enigmático sobre 212. Tras observarlo un buen rato, despegué su solapa y apareció el contenido, un buen montón de folios encuadernados con un canutillo de alambre. Su portada,  color sepia, tenía estampada una señal de TOP SECRET en rojo, contorneado por un rectángulo de gruesa línea negra.
En su interior, un título, “Confesión sobre la organización terrorista ANUBIS”, precedía a 90 folios, paginados a doble cara, que estaban agrupados en varios capítulos. El dossier presentaba minuciosamente numerosos datos y variadas circunstancias. No salía de mi asombro, podía tener entre mis manos toda una narración novelada para ser revisada por el editor antes de su publicación, o, todo un guión cinematográfico listo para llevarlo a la gran pantalla.
Algo en mi interior sembró de sospechas mi ánimo e intelecto. ¿Sería de verdad una confesión de actos delictivos tras un arrepentimiento de edad tardía?.
Recordé que ANUBIS era el dios egipcio asociado a la muerte, representado como un chacal, o como un hombre con cabeza de perro. Era un nombre muy apropiado para una organización secreta que significaría el mal en nuestra sociedad.
En sus primeras anotaciones se presentaba el autor de aquella presunta confesión. Se identificaba como Pascal Garnier, afamado y acaudalado arquitecto francés. Uno de sus últimos trabajos conocidos era un pabellón en la Expo Milán, para alguno de los países del Golfo Pérsico. No se prodigaba mucho en su trabajo de creación, ya que había tenido la suerte de dirigir determinados proyectos emblemáticos, muy bien pagados por gobiernos o millonarios propietarios.
Se confesaba arrepentido por haber participado en sus años jóvenes, en la construcción del lago artificial de Qiandao, cerca de Shanghai, para poner en funcionamiento una enorme central hidroeléctrica, dejando sumergida una ciudad milenaria de la cultura china. Con sus 85 años actuales, dictamina que aquel trabajo fue toda una provocación a la conservación del patrimonio histórico artístico. Afirma textualmente “uno de los peores pecados mortales de mi vida”.
Al parecer tiene su residencia en Avignon, en un palacete antiguo, muy bien rehabilitado, cerca del Palacio de los Papas. Relata que donde más le gusta pasar los días es en su mansión de la costa del Mar Negro. Actualmente su compañera sentimental, Alexandra, veinte años más joven, es alta funcionaria de la FAO, la organización de Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura, que trabaja en cuestiones del cambio climático y cómo influye el mismo en la productividad  agrícola. Cuestiones de cambios en los regímenes pluviométricos, sequía, inundaciones, plagas, etc.
En un momento determinado de la narración, parece despedirse de Alexandra, “te he querido mucho desde aquella noche que nos conocimos en Nueva York”, “hemos tenido años felices y románticos, a veces a distancia por tus continuados viajes gubernamentales y mis meses de ausencias por la arquitectura”. Siento que estoy en peligro, tras años de ser tratado como un privilegiado.
“Me siento vigilado, observado permanentemente a pesar de mantener un silencio sepulcral todos estos años”.
Por curiosidad, conecté internet y busqué en la prensa romana referencias de aquel trágico suceso en el hotel que nos hospedábamos, una intuición me vino a la mente, y sí, aparecía el nombre de Pascal Garnier como el huésped presuntamente asesinado en aquel incidente calamitoso.
Inmediatamente relacioné esa noticia con el sobre 212. Por algún maquiavélico error se me había entregado de manera involuntaria, una documentación delicada y perniciosa, comprometiéndome gravemente con aquella prueba en la que se confesaban datos y hechos, hasta ahora ocultos, que por miedo o como defensa, se escribieron concienzudamente para informar al mundo de todo un secreto, que algunos estaban muy interesados en mantener en el cofre del olvido.
“Nunca debí haber participado en la construcción de aquella ciudad secreta y subterránea, ARCA de NOÉ, que alberga uno de los espacios maléficos y de poder oculto de nuestra sociedad”.
Esta confesión parecía sincera,  con credibilidad suficiente para que el estómago comenzara a crujirme, por los nervios, preocupándome tener entre mis manos aquellos folios encuadernados, que tenían la apariencia de toda una bomba de relojería.
No, aquello no tenía la pinta de un guión cinematográfico, más bien era un intento de defenderse, sabiendo que su vida podía estar en peligro. ¿Quién tenía que recoger en el hotel aquel sobre?. Igual algún policía amigo, o algún representante de los servicios secretos de alguna de las embajadas diplomáticas en Roma, tal vez algún medio de comunicación con reaños para publicarlo.
Quienes asesinaron a Pascal querían neutralizar aquel sobre, con confesiones que no debían salir a la luz pública. No se amedrentaron ante el crimen, seguro la extorsión o la amenaza no hicieron efecto de balsámico silencio voluntario. Ahora el silencio y la ocultación estaban garantizados.
Lo confirmaba aquel escrito al final del segundo folio, todo el equipo de arquitectos e ingenieros que había dirigido en la construcción de la ciudad secreta, habían fallecido, de aparente muerte natural, en accidente de coche, en algún atraco puntual. El silencio era muy valioso y ANUBIS no se andaba con chiquitas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario