Hoy vuelve la pandemia a esta portada porque hay grupos reducidos de patriotas que han decidido poner en peligro la salud de la patria incumpliendo la ley. Al grito de "libertad, libertad" atentan contra la salud pública. ¿Dónde queda la libertad de no infectarnos los demás por su incivismo? Son pocos, es verdad, y salen en unas pocas calles de un par de barrios ricos de Madrid. Pero son los suficientes y lo suficientemente juntos para dinamitar el esfuerzo colosal que estamos haciendo los madrileños y el resto de los españoles, cumpliendo a rajatabla el confinamiento.
Un solo y primer contagio en Wuhan ha paralizado el mundo. ¿Habrán pensado en algún momento en los veintisiete mil muertos que llevamos a fecha de hoy? ¿En sus familias que no han podido despedirlos? ¿En los intubados ahora mismo en las UCI? ¿En los sanitarios que terminan largas y peligrosas jornadas de trabajo? ¿En los que han perdido el trabajo y hacen cola para pedir comida?
¿Pero de qué pasta está hecha esta gente que se apropia de la bandera de todos para ponernos a todos en peligro? Debe ser excitante descubrir de mayor que existen las cacerolas y golpearlas. Han tenido y tienen sus ventanas y balcones para manifestar libremente su opinión y las críticas al gobierno hasta desgañitarse. Pero solo quien desprecia profundamente al prójimo lo pone en peligro como estamos viendo en esas calles de Madrid.
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