Como es tradicional he pasado por nuestro cementerio en estos
días para llevar flores a nuestros seres queridos. El tiempo no ha ayudado a
mantener los pavimentos limpios de hojas y restos orgánicos que el viento ha
agitado con alguna fuerza.
Es verdad que, desde el verano que no iba, se ha notado un
arreglo de baldosas en el patio que he visitado, hasta ahora de tierra y de
poca imagen. Bien por los cuidados mimosos de un espacio que todos compartimos.
Pero he observado, con cierto asombro, que los cables de alta
tensión que cruzan los terrenos vallados para la ampliación del cementerio,
allí siguen, desafiando todas las miradas que, incrédulas, se preguntan ¿cómo
es posible?.
En su día resultó ilegal la valla perimetral de obra nueva
para la ampliación. Y así siguen las cosas OCHO años más tarde. La alta tensión
allí sigue, las obras de ampliación del cementerio no se pueden acometer y
nadie resuelve este sinsentido. ¿No era más prioritario esta obra que el
asfalto que se está repartiendo por calles y caminos?.
Ocho años de plazo y la alta tensión ahí sigue. Como los
cipreses. Decorando el cementerio.
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