El ex tesorero del PP, Luis Bárcenas, cumplió ayer su amenaza, tiró de la manta y dejó con los pies al aire a la antigua cúpula del PP, con Mariano Rajoy a la cabeza, bueno, M.Rajoy que por si alguien tenía todavía alguna duda, ayer Bárcenas dejó claro a quién se refiere esta ingeniosa clave.
A cinco días del inicio del juicio por la financiación ilegal de los populares, Bárcenas pone negro sobre blanco, en un escrito a la Fiscalía, algunas cosas que ya había dicho o había insinuado y afirmaciones contundentes como que la caja b del PP recibía donaciones a cambio de contratos públicos. Que si Rajoy destruyó pruebas en su propio despacho, que si era conocedor de todas las actuaciones, que si los sobres pasaban de mano en mano, un detallado relato del funcionamiento de la financiación irregular del partido que cae como una bomba en el PP de Pablo Casado en plena campaña electoral catalana, con la amenaza del sorpasso de Vox.
Bárcenas dispara contra Rajoy, cada vez se entiende más que le pidiera que fuera fuerte, pero los cascotes caen sobre el Partido Popular, que intenta desligarse de esa etapa pero que se le pega a los zapatos como si fuera un chicle.
Habló Bárcenas cuando resonaban, por cierto, todavía, los ecos en el Congreso del enfrentamiento entre Pablo Casado y Pedro Sánchez, que en su afán de dejar en evidencia el “no” inamovible del líder del PP, casi acabó legitimando a la ultraderecha.
Santiago Abascal volvió a llevar a la cámara el más abominable de los discursos del odio contra los inmigrantes, discursos que nunca deben quedar sin respuesta, porque del silencio a tales atrocidades surgen comportamientos como los que estamos viendo estos días en Canarias. Pero ayer el presidente del Gobierno no le contestó, no le refutó ni uno de sus terribles argumentos, pero sí le dijo al líder de la ultraderecha que tenía más sentido de estado que Casado.
Es posible que Casado se olvide a menudo de su papel, del papel de su partido del que debe jugar y del que ha jugado históricamente, pero querer atacar a Casado por lo que no hace poniendo en valor el papel de la ultraderecha no es que sea lamentable, es que es altamente peligroso. Hay que ir con mucho cuidado con los eslóganes y las frases diseñadas en los despachos porque a veces las carga el diablo.
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