Han pasado ya más de 72 horas desde la votación en el Parlament de Catalunya para poner en marcha el proceso constituyente de la república catalana. En este tiempo ya ha quedado claro que no hay independencia. A esta conclusión deben de haber llegado los ciudadanos que, legítimamente, pedían la independencia y que han sido engañados por unos políticos que, además de ridículos, son unos auténticos cobardes.
En estas 72 horas, ninguno de estos políticos se ha dirigido a estos ciudadanos, para explicarles lo que pretenden hacer ahora, nadie les han dicho que lo que les venían contando hasta entonces era una soberana mentira, nadie ha dado la cara aunque a estos ciudadanos les han pedido insistentemente que den la suya, algunos hasta rompérsela. Nadie les ha explicado que han acatado el 155, que no hay no hay república y lo que es peor, que hay menos autogobierno.
El viernes votaron en secreto, cantaron Els Segadors y se fueron de fin de semana como si lo que había pasado fuera cosa menor, proclamaron una república invisible y se fueron a descansar, sin firmar ningún decreto ni nada. Desaparecieron del mapa, y siguen sin aparecer, salvo ese discurso de Puigdemont del sábado que se emitió mientras él se paseaba por Girona como si tal cosa. Discurso en el que pedía a los ciudadanos que resistieran, cuando él, parece ser, ya había comprado un billete a Bélgica.
Que cobardes y que irresponsables. Porque sus actos no nos salen gratis, la factura emocional y económica de este estropicio nos toca pagarla a todos.
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