Pongamos que pasara. Pedro Sánchez gana las elecciones primarias de este domingo y el proyecto continuista y trasnochado de Susana Díaz sufre la renuncia de una mayoría militante.
La derrota de Susana supondría el rechazo, de quienes ya sienten la llegada imparable de la nueva sociedad, a un modelo de socialdemocracia que, triunfante en la segunda mitad del siglo XX en Europa y en España, hoy no está renovado ni revisado por la mayoría de líderes clásicos del Partido Socialista que quieren que nada cambie.
Si Pedro gana, se acabaría demostrando, con el tiempo, que esa idea de que entre la militancia hay kilómetros luz de diferencia con la sociedad que vota socialista es falsa, esto no se lo creen ni quienes lo predican, con todos mis respetos al señor Lambán, quien tacha a Pedro de radical cada vez que puede.
Que se enteren bien los barones. Los militantes del PSOE no son radicales, no queman contenedores, no piensan en revueltas fuera de las democráticas protestas. La militancia del PSOE es la representación misma, pero en reducido, de la gente progresista de esta España cansada de que la política sea la trastienda que utilizan algunos políticos para alcanzar un escaño o un puesto de trabajo que, como dicen en mi pueblo, no les obligue a doblar demasiado el lomo.
Se acabó, los españoles no quieren eso, los progresistas lo rechazan y la militancia del PSOE, diversa y más parecida a España de lo que otros se piensan, tiene la oportunidad de demostrar el domingo su fuerza y su coherencia.
Los barones temen a la victoria de Pedro, porque sí, puede ganar. Tienen miedo porque no se ha conseguido que Susana tuviera una diferencia absoluta con Pedro Sánchez en la recogida de avales. Temen a que el domingo pierdan su credibilidad, más que dañada desde que, invitando a Pedro a irse, regalaron al PP el gobierno a cambio de nada.
Es insoportable, no puede consentirse, hay que impedir por todos los medios que el PSOE sea un partido residual, convertido en el cementerio político de quienes se han acostumbrado a vivir del sueldo público o, de quienes viven a costa del partido, y no me refiero a sus trabajadores, quede esto claro.
Mañana es la oportunidad. Todos a votar a Pedro.
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