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jueves, 3 de julio de 2014

Los cuentos que nos cuentan

 
 
Hoy en el mundo de la política los ganadores no son los que proponen mejores soluciones para aplicar a la realidad, sino los más hábiles para modificar nuestra percepción de la realidad. Los hechos hablan, pero las historias venden. El llamado storytelling, el arte de contar historias y fabricar relatos en el mundo del marketing y la publicidad, se ha convertido también en un sistema para imponer ideas, generar sentido y controlar las conductas en el ámbito de la comunicación política.
Nos hemos creído un cuento. Nuestros actuales gobernantes han tenido éxito (hasta ahora) en la elaboración de un relato fácilmente entendible que –contra toda lógica- han conseguido vender a la población: “La crisis es como una enfermedad provocada en su día por los [malos] gobiernos socialistas. Para curarse hace falta tomar un medicamento amargo y desagradable, recurriendo incluso en algún caso a medidas quirúrgicas [los recortes]. Si nos comportamos como buenos pacientes y seguimos las indicaciones del médico [el gobierno del PP], por duras que sean sus prescripciones y recetas, superaremos la enfermedad (saldremos de la crisis), y volveremos a estar “como antes”.
En su fuero interno, de manera casi inconsciente, mucha gente ha aceptado y se ha creído este cuento. Piensan que el gobierno es un “médico riguroso y experto” que está aplicando la única terapia posible para la enfermedad. Una terapia dolorosa y desagradable, pero necesaria. De no hacerlo así, la enfermedad y el sufrimiento se prolongarían durante años…
 
La clave está en las palabras: “Si hacemos el sacrificio, nos curaremos y volveremos a estar como antes”. Ése “como antes” es el mecanismo psicológico que actúa como resorte para movilizar a los ciudadanos y provocar adhesiones. De este modo se utiliza la narración, las palabras desvirtuadas y los eufemismos como una manera de convencer y movilizar la opinión pública. Se habla de una vuelta al pasado idealizado, “anterior a la caída”, que se refleja en expresiones como “volver a la senda del crecimiento”, “salir del pozo (o del túnel)”, “iniciar la recuperación” y otras semejantes.
 
 
La realidad aparece ahora envuelta por una red narrativa que filtra las percepciones y estimula las emociones útiles. Desde el poder, los expertos en comunicación política y los especialistas en sondeos electorales alteran los mensajes y deforman la realidad adaptándola a lo que espera oír el individuo domesticado y sujeto a la precariedad de una nueva época caracterizada por el desmoronamiento de las más elementales certidumbres. Henri Guaino, asesor de Nicolas Sarkozy, afirma que “la política es escribir una historia compartida por aquellos que la hacen y aquellos a los que está dirigida. No se transforma un país [un pueblo, una ciudad, una comunidad autónoma] sin ser capaz de escribir y contar una historia”. Es así como la propaganda política llega a ser (casi) más poderosa que la propia realidad de las cosas.
 
Hace unos días el Presidente del Colegio de Trabajo Social de Castilla-La Mancha llamaba la atención sobre algunos datos referidos a nuestra región que reflejan un paisaje muy diferente al que se intenta vender por los portavoces gubernamentales:
Castilla-La Mancha tiene el dudoso honor de haberse convertido en la región más pobre de España, con un 31,3 % de la población por debajo del umbral de la pobreza,  según la encuesta de condiciones de vida (ECV 2013), una operación estadística anual dirigida a los hogares, que se realiza en todos los países de la Unión Europea. La población en riesgo de pobreza es un indicador relativo que mide la desigualdad social, y ha empeorado en la región en los últimos años. (En la ECV 2011, la tasa de riesgo de pobreza en Castilla-La Mancha era del 27.8%).
 
A pesar de las solemnes declaraciones oficiales del gobierno y de las manifestaciones de sus más conspicuos voceros mediáticos, la supuesta mejora de la situación económica en la región forma parte de una deliberada estrategia de manipulación y desinformación mediante un discurso prefabricado que contradice los propios datos de los organismos públicos. Basten tres ejemplos para constatar el deterioro producido en los últimos tres años y la distancia existente entre la realidad y los discursos:
 
De acuerdo con las cifras del Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas, a finales de 2013 6 comunidades autónomas cerraron sus cuentas con un déficit público superior a los objetivos inicialmente fijados y autorizados. Castilla-La Mancha cerró el ejercicio con un déficit del 2.13%, frente al 1.3% previsto (lo que supone una desviación del 63.8% (!).
Según los datos publicados por el Banco de España, en junio de 2011 la deuda pública total de España suponía el 66.7% del PIB, en Castilla-La Mancha era del 17.40% de su PIB. Tres años más tarde, en mayo de 2014, España tiene una deuda que alcanza el 96.8% de su PIB y en Castilla-La Mancha es de 12.060 millones de euros, el 33.5% del PIB regional (un crecimiento del 92.5%).
 
Por último, y sin duda lo más doloroso, las cifras del paro. Según la Encuesta de Población Activa (EPA), en el segundo trimestre de 2011 la tasa de paro en España era del 20.89%, siendo en Castilla-La Mancha del 23.01% (lo que suponía 230.800 personas desempleadas). En la última EPA publicada, correspondiente al primer trimestre de 2014, la tasa de paro en España alcanza el 25.93% y en Castilla-La Mancha supone ya el 30.30% (306.600 personas). Es decir, siete puntos más que hace tres años.
En resumen, más desempleo, más déficit y mayor deuda pública, (y ello a pesar de los drásticos recortes presupuestarios que están produciendo un enorme deterioro y la pérdida de prestaciones en los servicios públicos de Sanidad, Educación, Servicios Sociales o Atención a la Dependencia).
Mientras tanto, los aventajados alumnos del storytelling político siguen vendiendo su relato a través del discurso inventado y falaz de la herencia recibida y de la (falsa) recuperación, en un intento de ocultar la realidad de una inepta gestión que pretenden disfrazar con historias cuyo único fin es tomar el control, apropiarse de los deseos y saberes de los individuos y suscitar adhesiones. En última instancia ya se sabe que “una mentira repetida adecuadamente mil veces, se convierte en una verdad”

Julio Rodríguez .- dclm del 1 de julio

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