El «cuajo» de Feijoo, más que ser una muestra de habilidad política, refleja una estrategia basada en el enfrentamiento y la descalificación. Su insistencia en atacar al Gobierno sin ofrecer alternativas viables, junto con la utilización del Poder Judicial para fines políticos, representa un obstáculo para la democracia en España. En lugar de contribuir a un debate constructivo, Feijoo está interesado en mantener un clima de tensión y división, lo que pone en riesgo la cohesión social y el desarrollo democrático del país.
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