«Somos nosotros mismos los que deliberamos y decidimos conforme a derecho sobre la cosa pública [...] pues no creemos que lo que perjudica a la acción sea el debate, sino la falta de discusión».
Estas palabras son de Pericles y no pueden definir mejor la única solución a la falta de credibilidad de la política actual, en el interior de los Partidos y en la sociedad misma.
Es el debate, es la discusión en el ágora acotada, lo que puede hacer que se tenga motivación e impulsos internos y, sobre todo, credibilidad en la acción pública.
Desde Pericles sabemos que la democracia para ser tal, requiere un espacio público donde los militantes ejerzan de ciudadanos libres y que deliberen acerca del futuro para todos. De su municipio, por ejemplo.
Si no hay esa discusión, ese análisis, nos estaremos equivocando, encerrándonos en nuestro ombligo, alejándonos de los vecinos y forzando un enrocamiento en el "poder" personal, orgánico y grupal.
No hay que tener miedo a debatir para decidir. Ya sabemos que es difícil. Lo más simple es hacer lo de siempre y... equivocarse como siempre.
Y mientras tanto, Almagro, reflexionando, en el rincón de la historia de unos y en los errores persistentes de los otros.
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