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Artículo de Javier Gallego, en eldiario.es, de hoy
El PP huye con el rabo entre las piernas.
El PP ha empezado a recular. En unos días, ha metido en un cajón la ley del aborto y ha sacado la elección directa de alcaldes de las negociaciones con el PSOE para la regeneración democrática. Las dos cartas que tenían para recuperar terreno y las tiran después de haberlas defendido a capa y espada ante el mundo. Huyen y con el rabo entre las piernas. El rodillo de la mayoría aplastante ya no pasa por encima de toda la oposición. Ahora el conductor de la apisonadora ha metido la marcha atrás y ha empezado a aplastar a los suyos.
Puede que todavía sea un movimiento tibio, nada definitivo, solo un síntoma, pero es un síntoma de falta de fuerza y convicción, de flaqueza. Rajoy titubea. Duda. Aunque siga pareciendo el hombre tranquilo, no es John Wayne. Le tiemblan las canillas. Antes dejaba que las cosas siguieran su curso hasta solucionarse solas, caer en el olvido o imponerse por mayoría. Pero ahora ordena a sus tropas que retrocedan, desmiente a sus generales y deja a sus gallardones al pie de los caballos.
Ya no las tiene todas consigo. Ha perdido el cuajo, su proverbial flema gallega. Sabe que no tiene ninguna encuesta a favor. Siente en la nuca el aliento de la calle, de las urnas, de su propio partido. Los votantes se le van a puñados, el partido se le escurre entre los dedos y Cataluña se lo lleva por delante. Cataluña va a ser la tumba de la derecha. En España y en Montserrat. Por ir de salvapatrias, les van a dar para el pelo
No sabe qué hacer con Cataluña, Rajoy. Pensó que funcionaría hacer lo de siempre, nada. Pero en política el que nada, se ahoga. Y Mariano se ahoga en un vaso de cava. Le ahogan las mirada de su partido que le atraviesan con un silencio que lo dice todo. Que le dice que es culpa suya que se rompa España y de poco sirven las maniobras orquestales en la oscuridad de Moragas para salvarla.
Así que Mariano ha empezado a dudar de sí mismo y de su mecanismo y en política el que duda, se ahoga. El presidente antes no dudaba aunque lo pareciera. Hacía como que dudaba y sumía a todos en un océano de dudas más frío que el Atlántico en las playas de Lugo. Pero él lo tenía claro. Aguantar. Mariano, sé fuerte. Esa ha sido siempre su divisa. Hasta ahora. Ahora empieza a dar pasos en falso. A dar pasitos atrás. Hacia el abismo.
Al PP ya no le queda espacio por detrás porque se ha pasado la legislatura renegando de sus principios. Renegó de su programa electoral, subió los impuestos, su electorado cree que ha reculado ante el terrorismo y los escándalos de corrupción le han hecho retroceder en las encuestas. La ley del aborto era su principal baza ideológica para reconciliarse con su gente y Mariano ha hecho la marcha atrás cuando estaba a punto de culminarla, dejando a Gallardón con cara de coitus interruptus. Ya solo le queda la Ley de Seguridad Ciudadana para seguir pareciendo un partido de orden pero no es suficiente para contrarrestar las traiciones a sus votantes y mucho menos la sensación que tienen de que con Rajoy se rompe España.
Para tapar la rotura del PP se sacaron de la manga la elección directa de los alcaldes y todo indica que también se terminarán bajando de esa burra. Qué le queda a Rajoy entonces. Qué le queda al PP del PP. Nada. El PP no es el PP. Los suyos no lo reconocen. Ya no es el partido fuerte, de derecha dominante, que quieren sus electores. Solo la recuperación económica puede salvarles y no acaba de llegar y Mariano se ha puesto nervioso.
Es su perdición. Ya ni siquiera es capaz de imponer su mayoría, ni siquiera se atreve a hacerse respetar. Lo siguiente es que deje de respetarle su menguante electorado. El votante recalcitrante todavía amortigua la caída pero el PP de Rajoy va de culo y cuesta abajo. Rajoy puede ser el ZP de Génova. Puede dejar al PP tan tocado y hundido como Zapatero ha dejado al PSOE. Puede que veamos cómo la mayoría aplastante muere aplastada por su propio rodillo
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