Palomas de domingo en Almagro

Al amanecer de este domingo han salido de sus nidos y escondites, de las torres de los campanarios y de los huecos de las espadañas.

Se han posado en farolas y veletas, en forjados de antaño, en tejadillos e higueras. Son también la vida natural del tórrido julio en Almagro, donde todo transcurre despacio, muy despacio.

Las palomas también se asoman a "los teatros", a la cultura, a las tradiciones de la Magdalena, de Santiago y Santa Ana. Son parte de nuestra alma histórica, de nuestro cuerpo en movimiento. Son molestas, son ruidosas, son terribles , son juguetonas y son inteligentes: les tapas una entrada y te descubren otra.

Ahí están esos pichones jóvenes preparados para su desayuno, para las sobras de viandantes y turistas en nuestras terrazas de calles, ejidos y plazas.

Antiguamente eran mensajeras pero hoy son suplidas por el guasap y el Facebook, el tan tan de los tambores les queda lejos, igual que a nosotros la eternidad. Con el sonido de las campanas tocando a misa escaparán hacia el campo, sumergiéndose en el mar de viñas y  huertas que rodean Almagro.

Está claro que Almagro es más que teatro, es ciudad, es viñas e higueras, es huertas con sus acequias y sus  berenjenas, es palomas reflexionando sobre los quehaceres del nuevo día, es palabra, es verso, es...vida.