Nunca debiéramos los ciudadanos olvidarnos de Suárez
Es una lástima, sin duda alguna, que no esté con nosotros. Fue el presidente de la transición a la democracia, el que abrió las puertas a las libertades, el que dio el visto bueno a la España de las autonomías, el que permitió el retorno de Josep Tarradellas, presidente de la Generalitat en el exilio, el que legalizó los partidos políticos -incluidos socialistas y comunistas- y el que plantó cara, jugándose la vida, a los golpistas del 23-F, la tarde noche del asalto al Congreso de los Diputados. Es sí una desgracia que Adolfo Suárez haya desaparecido.
Nuestro país necesita ahora, con urgencia, a un político en La Moncloa como Suárez. Éste se jugó el tipo frente a las tempestades. Empezó su carrera política durante el régimen de Franco. Pero giró hacia lo que, en España, parecía imposible después de la dictadura, después del golpe militar contra la II República, después de la Restauración y del golpe también militar del general Primo de Rivera y del Rey Alfonso XIII, abuelo de Juan Carlos I. Por cierto, el padre de Suárez era militante de Izquierda Democrática, el partido de Manuel Azaña.
A Suárez le echaron de la Presidencia del Gobierno los suyos de UCD, salvo unos pocos fieles. Los del bunker -como advirtió Preston- no le perdonaron sus guiños crecientes hacia el centrismo de verdad y también en camino hacia una derecha civilizada. Apostó por un partido moderado y no consiguió su difícil objetivo. Te admiramos, Adolfo, y te querremos siempre. Nuestra generación tuvo el honor de conocerte. Te pedimos ahora -que estarás ya en los cielos- que nos ayudes.
Contribuiste a que España fuera un país digno. En la actualidad es evidentemente indigno
(Palabras de Enric Sopena.- Periodista El Plural.com)
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