Según el sondeo de Metroscopia para EL PAÍS, Podemos tendría una estimación de voto del 25%, superado por el 27% del PSOE y por encima del 20% que logra el PP. Hace un mes era el partido de Pablo Iglesias el que superaba a los dos que han gobernado en España en 26 años de democracia constitucional.
Desde aquella encuesta hasta esta, Podemos ha vivido un mes cargado de acontecimientos; desde su constitución formal en partido político a la controversia sobre el contrato de Íñigo Errejón, su número dos, en la Universidad de Málaga, incluyendo la presentación de la base de su programa económico y el repliegue mediático después de una sobreexposición. El propio Iglesias ha pasado de contertulio que formula críticas a líder entrevistado al que se le piden respuestas sobre asuntos concretos y se le cuestionan sus posiciones. Se mide en esta encuesta el grado de aceptación de sus nuevas bases programáticas, alejadas de las propuestas más radicales de las elecciones europeas.
En el análisis de las tendencias globales, el PSOE resiste gracias a una mayor movilización de sus electores. El partido de Pedro Sánchez ha subido en fidelidad de voto del 35% al 49%, es decir, que ha logrado recuperar una parte del electorado que le abandonó antes. De hecho, en las generales de hace tres años, los socialistas tuvieron el 28,7% en voto válido y ahora la estimación es del 27,7%. No es el mejor dato de Sánchez, pero sí es superior al mes anterior y le permite mantener opciones de ser el más votado.
La estrategia de la dirección del PSOE es, precisamente, la de intentar recuperar los posibles votantes que le dieron la espalda en favor de la abstención y de Podemos. Confían en que el escrutinio a Podemos provocará la vuelta de esos electores que apoyan ahora a Iglesias, que cifran en un tercio.
El objetivo del PSOE son las elecciones municipales y autonómicas de mayo, en las que parte de un resultado tan pésimo en 2011 que cualquier avance podrá considerarse como un éxito. Aquellos comicios fueron los más desastrosos para los socialistas y no es probable que pueda bajar más aún. Recuperar el gobierno de una comunidad o alguna capital de provincia puede considerarse como una victoria en el PSOE, lastrado, además, por la fragmentación del voto de la izquierda en nuevas candidaturas.
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