Los rumores perdidos entre la niebla de nuestro terruño hablan de mi, ese despacho oficial fantasma que dicen se está levantando algún edil de nuestro pueblo. Un despacho es la panacea, no se puede recibir a los ciudadanos si no se está cómodamente instalado en ese aura de superioridad que dan las maderas nobles y la moqueta azul.
El despacho oficial, yo mismo, es la solución mágica a un tiempo de incertidumbre, se conspira mejor frente a los demás. incluso, frente a los tuyos .Puedes soñar quitarle el puesto a quien tiene el despacho al lado o en la planta superior .Estar sentado en un despacho noble debe dar un subidón de adrenalina para enfrentarse a la crítica, que te suele resbalar. Ande yo caliente aunque hable mal la gente .Te agarras al despacho como a las vitaminas, como al gintonic generoso que te alegra la diversión.
No importan los gastos en tiempos de crisis, no importa predicar la austeridad para los demás, no importa decirle a los otros que viven por encima de sus posibilidades, no importa meternos en gastos aunque no estén presupuestados y no podamos pagarlos. Lo importante es la ostentación, la distinción ,el distanciamiento, el fardar ,en fin, el poder.
Eso significo yo, despacho del alma, soy el poder, el desdén, el tiempo ficticio en el que me olvido de los ciudadanos que son los paganos de esta situación. La mejor gestión es construir un buen despacho oficial para envolvernos la bandera patriótica de trabajar por lo colectivo cuando, en el fondo, solo atiendo el ego más íntimo de una personalidad traumatizada.
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