Alguien del palacio de la Moncloa debería de vigilar de cerca al ministro de Hacienda Cristobal Montoro, porque da la impresión de que el ministro se da a la bebida, porque sus intervenciones en el Congreso de los Diputados y ante los periodistas carecen del tono y del respeto que deben enmarcar todas las actuaciones de los miembros del Gobierno de la nación. ¿Bebe Montoro, o solo está mal de la cabeza y ha perdido los estribos en esas cabalgadas de insultos, descalificaciones y amenazas de las que hace gala con tanta facilidad?
Algo le ocurre al ministro de Hacienda -al margen de que no le cuadren las cuentas- y ello es muy grave en un país en el que los ciudadanos soportan una durísima presión fiscal a la que se añade la chulería del ministro, una infame amnistía concedida a los defraudadores, la vista gorda fiscal con la infanta Cristina y con la doble contabilidad y los pretendidos sobresueldos del PP, que se desvelaron en los famosos ‘papeles’ de Bárcenas.
Y si grave parece todo esto peores son las insinuaciones que hace este ministro sobre los presuntos problemas fiscales de los medios de comunicación o sobre los artistas del cine o profesionales del mundo de la cultura, a título de amenaza o advertencia. Llegando a declarar, como hizo ayer, que los medios que le critican es porque tienen problemas con la fiscalidad. Y añade el ministro que él lo sabe muy bien porque los responsables de esos medios de comunicación han visitado su despacho para contarle a él sus problemas, e imaginamos que para pedirle aplazamientos para los pagos fiscales o alguna ventaja, lo que es otra malvada acusación.
Y después de esparcir toda clase de sospechas, sobre los medios, los artistas o sus adversarios políticos, el ministro Montoro dice que nunca habrá en Hacienda filtraciones sobre la fiscalidad de la empresas o de personas. ¿Pero no es una filtración y revelación de secretos lo que dice el ministro de los medios o lo que pasa y de lo que se habla en su despacho oficial?
Dicen algunos observadores que los disparates de Montoro solo responden a una estrategia premeditada de la Moncloa para que se hable de este ministro y se olviden otras cosas, como el creciente desafío catalán. Es decir, cada vez que Rajoy tiene un problema podemos imaginar que la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, le envía un SMS a Montoro (o al ministro Wert que es otro artista de la provocación) con el siguientes texto: “Cristobal sube al escenario y distrae al personal”.
Y parece que es en ese mismo momento y para tomar impulso cuando Montoro se va a los baños del Congreso de los Diputados, saca la petaca de bolsillo, se toma unos tragos y sube a la tribuna hecho una fiera para armar la tremolina. Luego se da unos paseos por los pasillos de la Cámara y completa ante las cámaras de la tv la faena de la provocación. Y mientras tanto Rajoy se nos fuma un puro -creemos que no ha dejado el tabaco-, se disfraza de poli bueno y se pone dulce y coloquial para decirles a los encrespados catalanes que es la hora del diálogo y no de la provocación.
Al anochecer, imaginamos, Mariano envía otro SMS a su ministro y le dice: “Gracias, Cris, sé fuerte y aguanta el tirón”. Y Montoro crecido por el espaldarazo del presidente imaginamos que saca de nuevo la petaca y brindando frente a la foto dedicada por el Rey dice en voz alta ¡Por España, Majestad! Y acto seguido se toma unos tragos y luego se sienta ante la videoconsola para echar una partidita con el último videojuego, el famoso ‘World War Craft’.
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