Navegando por la Red.- El Plural.- José García Abab
Cristóbal Montoro admitió ayer en los Desayunos de Televisión Española, lo obvio: que el Partido Popular tiene un gran problema con la corrupción.
Es una constatación obvia pero que no es admitida, o que es infravalorada por muchos de sus correligionarios, empezando por su jefe de filas Mariano Rajoy.
El ministro de Hacienda, francamente cabreado con sus compañeros corruptos, reconoció ayer que el PP “ha tenido un problema y sigue teniendo un gran problema en su interior con la corrupción”.
Hay que recordar que Mariano Rajoy, en fechas recientes, tanto en el Congreso de los Diputados como en la Convención Nacional del PP, ha presumido de que la corrupción no tapará sus éxitos económicos.
No obstante no debe tenerlo tan seguro cuando se quejó de que sería una injusticia que “esas cosas” – Gürtel , Bárcenas y demás cosillas – tapara lo esencial como es la recuperación económica.
“No hagáis caso de lo que hablen. ¡De algo tienen que hablar!”, aconsejó a los asistentes a la Convención Nacional del Partido Popular el pasado 26 de enero.
Esta es la gran cuestión que se debate en voz baja entre los mandarines del PP, si la financiación ilegal del partido, si la recepción de sobres por parte de Mariano Rajoy y otros dirigentes etc. serán razones suficientes para que los ciudadanos le nieguen la primacía en las urnas.
O si la gente preferirá mirar para otro lado en razón de la mejoría económica y de la creación de empleo que Mariano Rajoy estima en más de un millón de personas de aquí a la celebración de elecciones.
El planteamiento es un tanto cínico. Es, como he señalado en otras ocasiones en mi colaboración en ELPLURAL.COM, la propuesta de un indecente pacto social que podía traducirse al cristiano en los siguientes términos: “Ciudadanos: yo os saco de la crisis y vosotros mirad para otro lado”
Y en efecto, Rajoy fió su futuro electoral a la remontada de la crisis económica pero la sospecha de corrupción en su partido se ha generalizado hasta extremos que no permiten a la ciudadanía el cinismo, o la violencia moral, que se le propone.
La basura desborda el contenedor y huele tan mal que es imposible mirar para otro lado. Al menos el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro ha tenido el valor de reconocerlo.
Al tiempo que asegura que su partido está reaccionando, aislando a los corruptos, y trabajando para endurecer las leyes que la penalizan.
Que así sea.
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