En febrero de 2004, los Reyes inauguraban este nuevo espacio. Ahora, justo después de soplar las velas de su décimo aniversario, el Museo Nacional del Teatro hace balance para comprobar que más de 410.000 personas han pasado por sus instalaciones en una década en la que no ha parado de crecer. Tanto, que el reto que Peláez le plantea al ministerio para el futuro del museo es «su ampliación, porque a pesar de ser un gran espacio se nos empieza a quedar pequeño». Esa ampliación podría hacerse hacia el edificio del Mercado Municipal, pero por el momento el Museo Nacional del Teatro tiene que conformarse con su actual casa, mientras se prepara para los meses de mayor afluencia de visitantes: aquellos que rodean al Festival de Teatro Clásico de Almagro.
Durante estos diez años, las visitas al museo han sufrido altibajos. El primer año en su nuevo espacio, el Museo Nacional del Teatro recibió a 58.896 visitantes, y desde entonces la cifra ha oscilado. Sólo se mantuvo por encima de los 50.000 visitantes en 2005 (51.727), y por encima de los 40.000 visitantes en tres años: 2006 (44.781), 2007 (45.077) y 2009 (44.698). La cifra más baja se registró en 2008 (26.772 visitantes), y el año pasado se registraron 34.624 visitas. En total, en una década, 410.149 visitantes.
¿Qué ofrece el Museo Nacional del Teatro Clásico? La respuesta, según Peláez, va mucho más allá del propio teatro, porque en realidad en sus diferentes plantas «se puede hacer un recorrido por la historia de España, desde la época grecorromana hasta la actualidad». Una historia contada a través de los ojos de las gentes del teatro, que en muchas ocasiones utilizaron las tablas como un espejo de la sociedad. «El teatro es el arte con más intermediarios», dice Peláez, «y todo aquel que pasa por una representación teatral, desde el que diseña el cartel hasta el que hace los trajes o el decorado, es un artista que deja su impronta de un momento único».
¿Qué ofrece el Museo Nacional del Teatro Clásico? La respuesta, según Peláez, va mucho más allá del propio teatro, porque en realidad en sus diferentes plantas «se puede hacer un recorrido por la historia de España, desde la época grecorromana hasta la actualidad». Una historia contada a través de los ojos de las gentes del teatro, que en muchas ocasiones utilizaron las tablas como un espejo de la sociedad. «El teatro es el arte con más intermediarios», dice Peláez, «y todo aquel que pasa por una representación teatral, desde el que diseña el cartel hasta el que hace los trajes o el decorado, es un artista que deja su impronta de un momento único».
(La Tribuna de CReal de hoy)
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