Tras la última asamblea celebrada en Cuenca, han creado un movimiento asociativo que, bajo el nombre de ‘Biblioresistencia CLM’ , han elaborado un manifiesto en defensa de las bibliotecas de la región y reclaman el apoyo ciudadano para pedir al Gobierno regional y a los ayuntamientos que pongan solución a la dejadez que asfixia estas infraestructuras básicas para el desarrollo social. Una reivindicación que tendrá su punto álgido el próximo 17 de mayo, cuando se concentrarán en Toledo para denunciar la “desmantelación de las bibliotecas públicas”.
Para conocer un poco más sobre sus reinvidicaciones, hemos hablado con Ana Fernández-Conde, presidenta de Bibliotecarios de Ciudad Real Asociados (BICRA) que nos ha transmitido la preocupación que existe entre los profesionales por la falta de medios y personal para mantener su funcionamiento. “El sistema bibliotecario de Castilla-La Mancha que ha sido un referente a nivel nacional, notamos como día a día se va al garete si no se toman medidas”, denuncia la bibliotecaria.
La principal razón de este deterioro hay que buscarla en el recorte paulatino de las partidas dedicadas a su mantenimiento. Una disminución que tiene su reflejo más significativo en el cierre de bibliotecas públicas, un total de 53 entre el 2011 y 2012, que son los últimos años de los que se tienen datos en las estadísticas oficiales de la Junta de Comunidades. Pero sin llegar a la drástica decisión del cierre, la falta de presupuesto también se ha dejado notar en una considerable reducción de personal y la falta de presupuesto para adquirir nuevos fondos o para realizar actividades culturales.
Todavía a la espera de que se materialicen las ayudas, a través del convenio entre Junta y Diputación, que deberían haber llegado el año pasado, Fernández-Conde recuerda que “antes contábamos con una línea de ayuda importante, pero llevamos unos años en los que han ido reduciendo poco a poco hasta 2014, que tenemos ayudas cero. Eso ya no es un recorte, es una supresión total y absoluta“. Una situación que se vive de forma distinta dependiendo de la población, porque aunque la responsable del servicio es la Junta de Comunidades, los bibliotecas tienen titularidad municipal y la respuesta de los distintos ayuntamientos está siendo diferente.
Todavía a la espera de que se materialicen las ayudas, a través del convenio entre Junta y Diputación, que deberían haber llegado el año pasado, Fernández-Conde recuerda que “antes contábamos con una línea de ayuda importante, pero llevamos unos años en los que han ido reduciendo poco a poco hasta 2014, que tenemos ayudas cero. Eso ya no es un recorte, es una supresión total y absoluta“. Una situación que se vive de forma distinta dependiendo de la población, porque aunque la responsable del servicio es la Junta de Comunidades, los bibliotecas tienen titularidad municipal y la respuesta de los distintos ayuntamientos está siendo diferente.
Restricciones de la nueva ley
A estos problemas derivados por falta de medios, se suma la nueva Ley de la Administración Local que, como nos apunta la presidenta de BICRA, establece que las bibliotecas solo son obligatorias en municipios mayores de 5.000 habitantes, lo que se podría traducir en una nueva reducción de centros en nuestro provincia.
Hasta ahora la Ley de Bibliotecas de Castilla-La Mancha establecía la obligatoriedad para los municipios mayores de 1.000 habitantes, por lo que son mucha las bibliotecas de la región que se podrían ver afectadas por la aplicación rigurosa de la nueva ley. “Los ayuntamientos tendrán que demostrar que tienen crédito suficiente para mantenerlas y como estamos en estos momentos, parece complicado”, apunta.
La imaginación tiene un límite
Durante todo este tiempo, los profesionales que trabajan en las bibliotecas están supliendo la carestía económica con una importante dosis de imaginación y creatividad. Actividades con voluntarios, remover los fondos con diferentes ciclos o prestamos interbibliotecarios, intentan que los usuarios no noten la inmovilidad que produce “una política bibliotecaria inexistente”.
Pero, como comenta Ana Fernández-Conde, que conoce de primera mano la situación desde la Biblioteca de Herencia, “la creatividad tiene unos límites, es una situación que se sostiene por un tiempo limitado”. “Y tienes que seguir haciendo cosas porque si no esto se cae y justificarán que se cierre porque no funciona”.
“Si ni siquiera se permite a la gente, que no tenga recursos para pagarlo, acceder a la información, a la literatura y a la cultura en general, entonces ¿qué nos queda?”, se preguntaba la representante de los bibliotecarios de Ciudad Real, que se despedía recordando que se trata de un servicio “básico y fundamental” en todos los lugares, pero especialmente en los pueblos donde son de suma importancia para que la vida cultural continúe latiendo.
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