Por Javier Gallego en la Cadena Ser
Mucha policía, que decían Eskorbuto y Sabina. Demasiada policía. Policía entrando en la radiotelevisión pública valenciana para impedir el acceso a los trabajadores y cerrar el canal. Inevitable recordar al ejército tomando el canal público en el golpe del 23F. Policía entrando en la universidad para retirar una barricada de estudiantes en la pasada huelga de la enseñanza. Inevitable recordar a los grises entrando en las universidad en los últimos coletazos moribundos del franquismo. Cuando el régimen agoniza, redobla sus fuerzas, como el enfermo que se apaga pero tiene una última recuperación con la que trata de agarrarse a la vida.
El régimen agoniza pero no lo demos por muerto. Al contrario, se revuelve con más furia, con cólera, con crueldad. Hoy se aprueba en Consejo de Ministros el anteproyecto de la Ley de Seguridad Ciudadana, a la que le sobra el adjetivo. Es solo una ley de seguridad, una ley para la seguridad de la policía y para la inseguridad del ciudadano. Nos deja indefensos frente a la agresión policial en la calle, no solo nos limita el derecho esencial de expresión y manifestación, más aún, nos deja jurídicamente indefensos. Las tasas judiciales para recurrir pueden ser aún mayores que algunas multas. No somos nosotros los que estamos rodeando al Parlamento, es el gobierno que ha convertido el Congreso en su cortijo.
El ministerio del interior ha rebajado las multas presionados por la indignación popular. Retroceden pero siguen golpeando. Cuando se siente ahogado, ahoga más, como el náufrago que se hunde y en su desesperación bracea, da golpes y patadas y arrastra en su hundimiento al que trata de ayudarle. El error es tratar de ayudar a este sistema, como nos dice Carlos Taibo, en su nuevo libro libertario: Repensar la anarquía. El error es querer salvar este sistema, recuperar lo que teníamos porque la nostalgia de tiempos pasados nos hace creer que lo que teníamos era bueno. No lo era, nos trajo hasta aquí no lo olvidemos.
No hay que ayudar a salvar ese sistema, hay que ayudar a ahogarle porque si no nos ahogará él a nosotros. Es lo que está pasando en este momento. Cuando más muerto parece, más peligroso se vuelve, más acorralados nos tiene. Ahora es cuando más rodeados nos tienen. Han puesto una valla de cuchillas en la puerta de nuestras casas y están a punto de gritar como la policía: “Salgan con las manos en alto”.
Pues sí, aunque nos cortemos, aunque nos hagan daño, ahora más que nunca hay que salir, que no nos pase como a los periodistas de Canal 9 que callaron o transigieron demasiado tiempo para terminar desgraciadamente desahuciados. El sábado 14 de diciembre a las 7 de la tarde hay una manifestación convocada para rodear el Congreso. Ahora más que nunca, creo, hay que rodear a los que nos rodean. Hay que salir con las manos en alto. Pero no las levantamos porque nos rindamos. Las levantamos para defendernos y decir simplemente: estas son nuestras armas.
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