Rajoy va bien. Ha cumplido un nuevo año Mariano sin dar su brazo a torcer y ha celebrado su segundo annus horribilis dando un golpe sobre la mesa con una ley de Educación y varios proyectos de ley que dejan bien claro su verdadero cometido: no han venido para sacarnos de la crisis económica sino de la crisis moral.
El PP no quiere que salgamos de la crisis por delante sino por detrás, por el pasado. Y están aprovechando la coyuntura inestable y su mayoría absoluta para volver a la España de clases, de señoritos y obreretes, de curas en las escuelas y fuerzas del orden en las calles. Como si creyeran realmente que con Franco vivíamos mejor.
Rajoy sabía que las finanzas se las marca Europa y que no puede fiar su éxito a una incierta recuperación en la que por ahora ha fracasado, así que piensa que la única manera de reeditar mandato es dar a la derecha española unos buenos derechazos.
Y se los está dando. Este era el plan de Rajoy y lo está cumpliendo: más poder para el empresario y menos derechos para el trabajador, subida de impuestos para la clase trabajadora pero no para las grandes rentas, control de la información pública, propaganda y ocultación de la corrupción, represión policial y adoctrinamiento, sustitución de la acción social del Estado por la caridad, españolismo y xenofobia, autoritarismo y desigualdad... No me negarán que con Franco vivían muy parecido
Como la burguesía facinerosa que describía Chaves Nogales en plena guerra civil, parece que Rajoy, Cospedal, Wert y demás tropa nacional, sueñan con “un paraíso de desfiles marciales, jornales bajos, rentas altas, procesiones y fiestas de la raza”. La única novedad respecto al pasado es la privatización de lo público. Pero no se confundan, no es liberalismo. Privatizan porque en democracia, para repartir el pastel, hay que venderlo para que no huela a corrupción.
En la dictadura, no hacía falta disimular porque estaba todo tapado. Ahora lo tratan de tapar con éxito escaso aunque con la misma impunidad.
Ya decía Baroja que el reaccionario español lo ha sido de verdad y el liberal, de pacotilla. Y esa es la gran tragedia de este país, no tener una derecha avanzada y respetuosa con la libertad sino tan autoritaria y retrógrada que no supera el franquismo. Solo han vestido al muerto de democracia.
Llamémoslo, pues, neofranquismo porque ha sido elegido por votación popular pero su aroma democrático se desvanece cuanto más nos alejamos de las urnas. Quiero pensar que hay por ahí una derecha menos cavernaria, la que está abandonando al PP en las encuestas. Pero la otra va ganando de calle y nos está ganando hasta la calle.
Rajoy sabe que ya solo puede contar con ella y por eso les regala un segundo cumpleaños a la altura del aniversario del caudillo, con una ley de educación que podría haberla firmado el régimen, un proyecto de Ley de Vagos y Maleantes para echarnos de la calle y el anuncio de una ley que limitará el derecho de huelga y una nueva vuelta de tuerca a la reforma laboral que le dará el garrotazo final a los derechos del trabajador.
Poco importa ya que el juez Ruz les haya amargado el cumpleaños certificando que el PP se ha financiado ilegalmente durante años. Lo negarán otra vez, le echarán las culpas al tesorero y dejarán que el tiempo borre sus huellas a la espera de que la recuperación europea les haga remontar. No es un escenario tan improbable.
Hay mucho nostálgico de la España de orden y mando. Además, los conservadores de este país no tienen otro sitio adónde ir y la alternativa de UPyD no deja de ser una mona muy parecida vestida de seda. Y en el centro y en la izquierda, andan perplejos, desarbolados y faltos de fuerza, a mi entender.
Felicidades por tu cumpleaños, Mariano. Franco y Fraga te felicitarían por un buen trabajo.
No quiero ser derrotista pero si no reactivamos la resistencia de inmediato, volverán a ganar. Y van... Y eso sin contar la ley del aborto que espera su oportunidad.
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