En algunas ocasiones hemos comentado en Almagro Post, lo poco que De Cospedal visita Almagro, la última vez en la inauguración del Festival de Teatro del 2012, eso sí ,rodeada de guardias civiles y abucheada por numeroso público. Por ello, nos interesa un valiente artículo del digital dclm de hoy, lunes 23 de septiembre, que pasamos a publicar en común unión con lo que se expresa en él.
Se decía que Bono era "populista" porque cada día se daba baños de
Castilla-La Mancha. Identificaba los problemas de la comunidad y se
identificaba con ellos. Es cierto que al final obtenía provecho por su
incondicional apoyo a la Región, por su enfrentamiento con el gobierno
del Estado aunque fuera de su mismo signo político: Castilla-La Mancha
estaba por encima de todo. Y por eso se decía que "Bono era Castilla-La
Mancha". Tal vez menos exagerado que decir ahora: "Cospedal no es
Castilla-La Mancha".
Podemos tomar el ejemplo del agua. El asunto del agua se ha politizado
de tal modo que, no por ello, podemos ni debemos pasar por alto la
última traición grave de Cospedal a nuestra tierra. Cospedal no es
Castilla-La Mancha porque ha dejado en manos de Valencia y Murcia el
futuro del trasvase, algo que fue uno de los caballos de batalla de Bono
y sobre el que su sucesor Barreda quiso establecer la caducidad en
quince años, es decir el final del trasvase en beneficio de Castilla-La
Mancha, de nuestros regantes, de nuestros agricultores.
La
sucesora de ambos, Cospedal, mira desde la barrera cómo el gobierno del
Estado, Valencia y Murcia firman un memorándum con la intención de
transformarlo en Ley para blindar el trasvase, todo ello en complicidad
con los regantes murcianos y sin pedir opinión a la cuenca cedente que
siempre se supuso era la más relevante a la hora de opinar sobre el agua
del Tajo. Castilla-La Mancha no ha tenido ni voz ni voto y lo peor es
que nadie los ha reclamado.
El agua es uno de los muchos ejemplos
que podemos traer aquí para asegurar que Cospedal no es Castilla-La
Mancha porque su intención ha sido precisamente otra desde el principio:
adelgazar nuestra autonomía para restar fuerzas a nuestras voluntades.
Al
margen de su filiación política, Bono y Barreda eran Castilla-La Mancha
porque cada día viajaban por los pueblos de la Región donde eran
recibidos con júbilo. Era proverbial el pañuelo de Bono limpiándose la
cara de los cientos de besos que recibía; era conocida su grabadora
donde dictaba cada deficiencia que observaba en sus miles de viajes por
los pueblos y que luego reparaba con la máxima celeridad posible. El
contrapunto lo encontramos esta semana pasada en Las Mesas en Cuenca
donde Cospedal inauguró una sección educativa para 16 estudiantes que
podrán cursar la enseñanza secundaria sin tener que desplazarse a otros
municipios, paradójicamente el mismo número de vehículos policiales y de
protocolo que acompañaron a la secretaria general del PP hasta esta
localidad conquense.
Estábamos acostumbrados a presidentes y a
gobiernos que apoyaban sin descanso, con todo su tiempo, con toda su
voluntad a nuestra tierra y que se identificaban con ella. Era un espejo
que reflejaba un trabajo sin descanso y una cercanía que se trasformaba
en cariño.
Por todo ellos y por mucho más, Cospedal no es Castilla-La Mancha.
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