Desde el pasado 23 estamos en otoño, metereológicamente hablando, aunque en lo real el tiempo parece anclado en un verano que se resiste a marchar.
El otoño parece indicado para componer poesía y relatos melancólicos o románticos. El panorama político social no invita a la reflexión íntima, nos asalta enseguida la operación real, la contratación de Rato por un banco famoso tras hundir otro famoso banco,la Cataluña ensimismada, el aumento del recibo de la luz, el copago sanitario de las hospitalizaciones crónicas, las goteras en el Congreso, el aumento escandaloso de los precios en la Escuela Infantil de Almagro, la congelación salarial de los funcionarios, la disminución de profesores al mismo tiempo que aumentan los alumnos.
Quizás todo lo anterior sea poesía y no lo sepamos, como eso de llamarle a la emigración movilidad exterior.Todo es pura melancolía. Pero preferimos hoy acudir a la memoria del otoño y cantar con Serrat una vieja balada. Aquí está. Para cuando venga la lluvia otoñal.
BALADA DE OTOÑO
Llueve,
detrás de los cristales, llueve y llueve
sobre los chopos medio deshojados,
sobre los pardos tejados,
sobre los campos, llueve.
Pintaron de gris el cielo
y el suelo
se fue abrigando con hojas,
se fue vistiendo de otoño.
La tarde que se adormece
parece
un niño que el viento mece
con su balada en otoño.
Una balada en otoño,
un canto triste de melancolía,
que nace al morir el día.
Una balada en otoño,
a veces como un murmullo,
y a veces como un lamento
y a veces viento.
Llueve,
detrás de los cristales, llueve y llueve
sobre los chopos medio deshojados,
sobre los pardos tejados
sobre los campos, llueve.
Te podría contar
que esta quemándose mi último leño en el hogar,
que soy muy pobre hoy,
que por una sonrisa doy
todo lo que soy,
porque estoy solo
y tengo miedo.
Si tú fueras capaz
de ver los ojos tristes de una lámpara y hablar
con esa porcelana que descubrí ayer
y que por un momento se ha vuelto mujer.
Entonces, olvidando
mi mañana y tu pasado
volverías a mi lado.
Se va la tarde y me deja
la queja
que mañana será vieja
de una balada en otoño.
Llueve,
detrás de los cristales, llueve y llueve
sobre los chopos medio deshojados...
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