A media mañana veraniega, un griterío animal adorna el Campo de Calatrava. Bajo una arboleda frondosa pueden esconderse uno o mil invisibles diablillos, que deben ser de color oscuro en sus vestimentas y violadores del silencio cuando menos te lo esperas.
Suenan aisladamente rara vez, ya que se animan pronto a un canto coral que retumba a las horas de más calor de la jornada. No te dejan escuchar el ritmo pausado del agua de la noria cuando te encuentras meditando bajo la higuera. No te dejan leer una novela cuando estás sentado a la sombra del emparrado. Ellas, las chicharras, a lo suyo, a romper el tiempo con el tronar de sus gargantas, compitiendo entre sí para ver quien tiene el pitido más horrible.
Me temo que las chicharras son feas, escandalosas, antipáticas y, ante todo, poco musicales. Su sentido melódico está atrofiado. Son cansinas, depredadoras del silencio y de los sueño;, zumbadas, peripatéticas, sin tener dirección de orquesta.Desafinan....
Con las noticias de hoy...me imagino la higuera al lado de una ventana con rejas y mirando hacia ella , el preso más famoso de España, meditando su venganza. Le han dejado sólo y él piensa de ellos lo que yo sobre las chicharras: que por más silencios que adoren al final habrá ruido y más ruido.
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