Un lunes cualquiera de un mes de julio más, la plaza mayor de Almagro vuelve a llenarse del color que desprenden los clásicos. Los enormes carteles color berenjena decoran los soportales y el ayuntamiento, y las típicas bicicletas coloridas de los técnicos se hallan apoyadas en las columnas de piedra. Rondan las 12 de la mañana. Los camareros descuelgan los toldos que cubren del sol a las terrazas, y en ellas, vecinos toman su café de media mañana. El Festival cumple 36 años en este municipio. El Corral de Comedias y todos los negocios ubicados bajo los portales son testigos y escenarios del recorrido de Lope de Vega y Calderón por la ciudad del teatro durante este período. Poco tiene que ver el Festival de ahora con el que nacía en 1977, entonces denominado Jornadas de Teatro Clásico. Pero, ¿Este cambio ha sido percibido también por los habitantes del municipio almagreño, o sólo ha beneficiado a los que forman parte del trabajo? ¿Qué ha cambiado en estos 36 años? ¿Almagro ha evolucionado gracias a él?
Recorriendo las sillas de la terraza del bar “El Gordo” se encuentra su dueño, Domingo Serrano, que se apresura a distribuir los servilleteros por todas las mesas. Este local es uno de los más antiguos de la Plaza Mayor. Ha visto crecer al Festival desde el primer año. Serrano hace un breve descanso para recibir al Crisol. “El Festival ha cambiado mucho desde que comenzó”, enuncia el hostelero, “para empezar, porque se celebraba en Septiembre, y la gente ya no estaba de vacaciones, por lo que venía menos”. También menciona Domingo que a pesar de haber crecido el número de clientes, desde que apareció la crisis “traen menos dinero, por lo que consumen menos, además, la gente que llega a Almagro es de la provincia”. Recordando el paso de varios personajes famosos por su local, añora que “antes esto era de otra forma”.
En esta misma calle está situado “El Refugio”, un comercio de unos 3 años de edad que se encuentra junto al ayuntamiento. Su dueña, Nieves Martínez, recibe con alegría y simpatía a El CRisol. Ella forma parte del grupo de teatro almagreño “C+C”, tan longevo como el mismo Festival. “Tenemos muy poca participación en el Festival a pesar de ser almagreños”, reclama la responsable del negocio, “sólo dos años hemos podido participar en Santo Domingo y uno en el Corral de Comedias”. Nieves demanda una reclama una mayor presencia de obras españolas, ya que según afirma, “tenemos una gran historia de autores españoles, sin discriminar a Shakespeare”. Concluye con que el Festival es muy beneficioso para el pueblo, pero suele actuar “a espaldas de éste”, siempre mostrándose constructiva. Tras una entretenida charla con esta amable almagreña, recuerda al periódico que el grupo de teatro local del que forma parte realizará este mismo verano una serie de microclásicos en la Posada de los Caballeros.
Este recorrido por los 36 años de Festival nos conduce a las puertas del Corral de Comedias, en el que está Conchi González, una acomodadora que lleva acompañando a los espectadores a sus sillas desde el inicio del Festival prácticamente. El puesto que ocupa esta almagreña es el de jefa de acomodadores. Comenta que el público ha cambiado bastante, conforme el Festival se ha ido profesionalizando, pues “se daban casos en lo que había que parar a la gente porque entraba con fiambreras”. Tal y como menciona Conchi, “el público es homogéneo, ya que hay obras tanto para familias como para adultos, por lo que también acuden niños”. Para terminar, concreta que este escenario barroco ha contado siempre con un gran número de espectadores, “siempre hemos llenado el Corral al 95%”, ocupándose la gran mayoría de las 284 butacas.
Tras una larga vida de los clásicos en Almagro, hay que mencionar, que como toda persona de 36 años, ha cambiado en exceso desde que nació. Su esencia, darle vida a Lope de Vega y compañía, sigue vigente, pero el aspecto es distinto. Ya no se encuentra ante el mismo público, a pesar de que éste siempre ha estado dispuesto a disfrutar del Siglo de Oro. Los avances técnicos han conseguido un montaje y puesta en escena más rápida, y el reparto de actores, sigue sorprendiendo. El atrezo, los directores, los textos de los maestros y sobre todo, los espectaculares escenarios, seguirán dejando a los espectadores con la boca abierta. Los aplausos harán retumbar los pilares de los espacios en los que se representan estos clásicos, y los grandes de la literatura, se mantendrán vivos mientras Almagro y los amantes del arte sigan acogiéndolos como se merecen. Al festival le queda aún un largo trayecto, con bicicletas de colores en sus calles, público que acomodar y escenarios en los que seguir dando vida a tantos protagonistas de nuestro teatro más clásico.
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