Desde la fundación del PSOE, en palabras de su propio fundador, Pablo Iglesias, y de tantos hombres y mujeres que soñaron con un país mejor, este partido no se había fundado para el deleite de sus dirigentes, ni es siquiera propiedad de sus militantes, sino que se define como instrumento de la clase trabajadora para conseguir sus fines de emancipación y libertad.
Si por casualidad cayeran en nuestras manos los documentos que se van preparando para la Conferencia de Organización del PSOE, podríamos sospechar que la endogamia y el personalismo, nos puede volver a llevar a girar sobre nosotros mismos, dándole la espalda a los ciudadanos e, incluso, a los propios militantes.
Las primarias abiertas, aquellas en las que participan todos los trabajadores, son un instrumento magnífico para disolver las endogamias y renovar los liderazgos que no pueden más que sustentarse en el respaldo de la mayoría de los socialistas. Con o sin carnet, con o sin cargo.
Pero el proceso está empedrado de trampas que conviene poner de manifiesto antes de que se escondan tras la rúbrica de un articulado tramposo, como si por casualidad, insisto, hubiera caído en nuestras manos algún documento de reflexión a este respecto.
Primero, la interpretación restrictiva. En el 38º Congreso Federal se estableció que se desarrollarían primarias abiertas para el candidato a presidente del gobierno, con la posibilidad de hacerlo para las presidencias autonómicas y sin especificar si lo harían para los ayuntamientos. ¿Por qué los unos sí y los otros no?
Entendiendo que se haga a partir de un determinado número de habitantes, mucho nos tememos que las primarias abiertas no se lleven a cabo en los ayuntamientos por muy grandes que sean. Tentación a todas luces restrictiva, contradictoria y escasamente democrática.
Segundo, el proceso de inscripción previo. Para poder participar de forma abierta, sin ser militante, en Francia se exigió en el mismo momento de registrarse, depositar un euro y firmar un compromiso con los principios del partido socialista.
Una nueva trampa puede llevar a exigir que se registren un, dos o tres meses antes de la votación, no permitir por tanto que lo hagan cuando se produce la mayor intensidad de participación durante el debate de los candidatos internos, es decir, el mismo día de la votación.
Tercero, el número de avales. Cantidad que, en el caso de que sea elevada, depositaría en poder de los aparatos, sobre censos menguados, presentar a unos y limitar la participación de otros.
Cuarto, la antigüedad. Parece un requisito lógico. Sin embargo, resulta sospechoso que esta condición sea necesaria a todas luces para una militancia que ha demostrado mayor responsabilidad que muchos de sus dirigentes.
Quinto, la cuota de inscripción. Esperemos, dedos cruzados, que las facilidades sean las mismas que en Francia (un euro), y que no supongan limitación alguna al proceso.
Sexto, el miedo. Ese pavor de los dirigentes a ser desalojados, a no ser refrendados, a quedarse sin el lugar que según ellos les corresponde. El miedo les puede llevar a limitar la participación argumentando, por ejemplo, que puede provocar cierta dosis de bonapartismo en los elegidos. ¡Qué impostura!
Séptimo, la mediocridad. Aquellos que tienen temor al sufragio, quienes limitan la participación negando las primarias abiertas en los municipios o exigiendo condiciones restrictivas de toda índole, son precisamente los que no deben representarnos.
El mundo está hecho de trampas y nuestra responsabilidad es denunciarlas, fomentar la participación y devolver a este partido a quien pertenece: a los trabajadores.
Nota.- Artículo de Antonio Miguel Carmona ,en el diario digital DIARIO PROGRESISTA ,de fecha 7 de mayo, con el que estamos completamente de acuerdo en ALMAGRO POST
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