Joaquín Salvador Lavado, 'Quino' (Ciudad de Mendoza, Argentina, 1963) ha obtenido el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. El jurado, que dudó hasta el último momento entre tres candidatos, ha destacado el valor educativo y la dimensión universal de su obra. Además, considera que "los lúcidos mensajes de la famosa tira cómica siguen vigentes por combinar con sabiduría la simplicidad en el trazo del dibujo con la profundidad de su pensamiento". El premio está dotado con 50.000 euros y una escultura de Miró.
El jurado, presidido por Víctor García de la Concha, ha estado compuesto por Inés Alberdi Alonso, José Antonio Álvarez Gundín, Alberto Anaut, Luis María Anson, Juan Barja de Quiroga Losada, Adela Cortina Orts, Albert Espinosa, Soledad Fox Maura, Javier Garciadiego Dantán, Javier González Ferrari, Jordi Gutiérrez Roldán, Miguel Ángel Liso Tejada, José Narro Robles, Benigno Pendás García, José Antonio Vera Gil, Enrique de Ybarra e Ybarra y Ramón López Vilas.
El jurado, presidido por Víctor García de la Concha, ha estado compuesto por Inés Alberdi Alonso, José Antonio Álvarez Gundín, Alberto Anaut, Luis María Anson, Juan Barja de Quiroga Losada, Adela Cortina Orts, Albert Espinosa, Soledad Fox Maura, Javier Garciadiego Dantán, Javier González Ferrari, Jordi Gutiérrez Roldán, Miguel Ángel Liso Tejada, José Narro Robles, Benigno Pendás García, José Antonio Vera Gil, Enrique de Ybarra e Ybarra y Ramón López Vilas.
Quino comenzó su carrera desde bien abajo. "El día que publiqué mi primera página -dijo un día- pasé el momento más feliz de mi vida". Años de penurias económicas, de vagabundeo por editoriales con sus dibujos bajo el brazo, tuvieron que pasar para que publicase su primer dibujo. Ocurrió en 1954. Antes, este argentino de la región andina de Mendoza, había ido alimentando su sueño en privado, garabateando los mismos papeles una y otra vez, hasta que, con dieciocho años, pudo al fin emigrar a Buenos Aires. Allí empezó a publicar y alcanzó la popularidad. Su situación económica, precaria hasta los cincuenta, mejoró y, poco a poco, en revistas y publicaciones periódicas, fue creando fama, ganando lectores.
Después, o sea, hace medio siglo, en 1963, llegó su primer libro de humor, Mundo Quino, que fue, de algún modo, la génesis de su archiconocida Mafalda, el personaje que lo consagró a nivel mundial. Quiso que el libro, una recopilación de dibujos de humor gráfico mudo con prólogo de Miguel Brascó, se llamara como él, Quino, un nombre que, casi a partir de entonces, quedaría a la sombra del de su personaje.
Mundo Quino fue el origen insospechado de Mafalda porque Brascó, el autor del prólogo, recomendó justo después al dibujante para un trabajo en Agens Publicidad, una agencia que buscaba un historietista para para publicitar el lanzamiento de una línea de electrodomésticos llamados Mansfield. Debía crear "una mezcla de Blondie y Peanuts". Los nombres de los personajes de la campaña tenían, al mismo tiempo, que empezar por la letra M: de ahí Mafalda.
El 29 de septiembre de 1964 los lectores pudieron ver, por primera vez en una revista, a Mafalda, esa niña preguntona, inteligente, irónica, inconformista, preocupada por la paz y los derechos humanos, que odia la sopa y ama a los Beatles
Mundo Quino fue el origen insospechado de Mafalda porque Brascó, el autor del prólogo, recomendó justo después al dibujante para un trabajo en Agens Publicidad, una agencia que buscaba un historietista para para publicitar el lanzamiento de una línea de electrodomésticos llamados Mansfield. Debía crear "una mezcla de Blondie y Peanuts". Los nombres de los personajes de la campaña tenían, al mismo tiempo, que empezar por la letra M: de ahí Mafalda.
El 29 de septiembre de 1964 los lectores pudieron ver, por primera vez en una revista, a Mafalda, esa niña preguntona, inteligente, irónica, inconformista, preocupada por la paz y los derechos humanos, que odia la sopa y ama a los Beatles
El éxito de aquellas tiras despertó enseguida el interés de los editores. El primer libro de Mafalda, con una tirada de 5.000 ejemplares, se agotó, en Argentina, en tan solo dos días. Su aterrizaje en Europa no fue menos espectacular: en 1969, se editó Mafalda la Contestataria, con la presentación del también Premio Príncipe de Asturias Umberto Eco, y tuvo un éxito inmediato
Fuente.- El cultural de ayer
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